Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

8 Jul, 2014

¿Qué vimos el viernes? Un nuevo parto de los montes. ¿Esperaba usted otra cosa?

La campaña mediática resultante de la reforma constitucional en materia de telecomunicaciones aprobada en 2013, cuyas leyes reglamentarias están a punto de ser aprobadas por el Congreso, parece repetir la conocida fábula de El Parto de los Montes.

El monstruo esperado —de acuerdo con los augurios de unos y otros—, se quedó en un simple ratoncito. ¿Qué podríamos decir ante tal espectáculo fallido? Pienso que no habría mejor expresión que lo que Víctor Trujillo le decía a un apachurrado Ausencio Cruz —hace muchos años— en el excelente programa La Caravana: ¡Lástima, Margarito!

Las declaraciones de funcionarios y gobernantes, y de no pocos legisladores del partido en el gobierno —secundados por sus dirigentes partidarios—, nos cantaron las maravillas de las leyes reglamentarias que aprobaría el Senado de la República. Lo reiteraron ayer en sendos desplegados donde, orondo y ufano se pasea el ratoncito recién parido; las minucias detalladas en la inserción pagada, lejos están de lo que debió haber sido una verdadera reforma en materia de telecomunicaciones.

Se impuso el desconocimiento de la realidad tecnológica que priva en el mundo, aunado a la mezquindad y pequeñez del que teme sacudir el árbol para que los frutos viejos y podridos caigan porque, dicen algunos, algún fruto podría caerles encima.

Hoy, las tendencias que se ven, que se traducirán en avances tecnológicos que estarán en manos de  centenares de millones de consumidores en el mundo, colocan lo aprobado en la más ridícula obsolescencia.

En México, como ha sido regla desde los años setenta del siglo pasado, legislamos acerca de lo viejo, de lo que ya va de salida; vivimos, legislativamente, en el peor de los pasados, en aquel que no nos deja siquiera pensar en que hay algo que se llama futuro.

Las intervenciones de algunos legisladores durante la discusión maratónica del viernes fueron de una pobreza tal, que debieron arroparla con la misma demagogia barata utilizada en la reforma constitucional en materia energética con los recibos que empequeñecían. Hoy, lo que ayer provocó risa, esta vez generó pánico.

La experiencia vivida con la reforma constitucional en materia energética, la cual se vendió con base en mentiras y exageraciones, permitió ver en acción a los promotores de la misma; además de exhibir su incapacidad política para convencer, peor aún, mostraron sus limitaciones que les impidieron e impiden transmitir un mensaje creíble basado éste, en argumentos técnicos y financieros irrefutables, expresados clara y sencillamente.

Otra vez desperdiciamos la oportunidad de actualizar nuestro marco jurídico; por eso afirmo, se agotó la vía escogida para intentarlo. Esto, no refleja pesimismo alguno acerca del futuro del país; por el contrario, es una afirmación optimista. Lo hecho con las leyes reglamentarias en telecomunicaciones más lo que viene en materia energética, deja ver un acelerado proceso de degradación cuya salida, ¡qué bueno!, no es otra que la debacle.

Bienvenida sea, pues será el impulso faltante para hacer realidad las reformas que no hemos sabido, podido ni querido concretar. No temamos a la debacle; tenga presente que los avances de estos 30 años se deben, esencialmente, a la debacle de 1987.

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube