Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

28 Jul, 2014

Scott Pilgrim

En su cuenta de Twitter @radiomaru, el dibujante Bryan Lee O’Malley anunció el pasado viernes su presencia en la Comic-Con de San Diego para firmar los dibujos originales que un coleccionista vendería de su máxima obra, el relato de un vago sin oficio ni beneficio que eufemísticamente describe su propio desempleo como “un periodo entre trabajos”.

El autor canadiense de 35 años —de rostro cachetón y rasgos ligeramente asiáticos, y que está en plena promoción de su más reciente obra, Seconds— cumplirá pronto una década de administrar la fama que cosechó tras haber lanzado el 18 de agosto de 2004 la novela gráfica Scott Pilgrim’s Precious Little Life, que narra las peripecias de un cínico de 23 años cuyo tiempo se le va en jugar videojuegos en su sofá y ensayar para una banda de rock malísima (tanto, que cualquier lector podría tocar una de sus rolas, de las que se presentan las pisadas para guitarra) mientras se liga a una chica del colegio para salir de una decepción romántica. Roommate de un gay, Scott Pilgrim se enamora después de la chica de sus sueños (literalmente es así, porque soñaba con ella antes de conocerla físicamente), una atractiva repartidora de pedidos de Amazon llamada Ramona Flowers, que sólo le corresponderá al héroe si éste logra derrotar a sus siete exnovios malvados.     

Dibujadas en blanco y negro, con trazos gruesos y definidos y personajes de ojos enormes que recuerdan un tanto a los mangas japoneses, las hazañas de Scott Pilgrim se convirtieron en una saga de libros de bolsillo que concluyó en 2010 y cuya gracia consiste en ser la más famosa obra literaria original cuya estructura, lógica y narrativa corresponden con las de un videojuego, sin ser la adaptación de uno que ya hubiera sido creado antes.

Esto significa que Scott debe vencer a los exnovios de Ramona —en una secuencia ascendente del menor al más peligroso— en batallas cuerpo a cuerpo con golpes y patadas tipo Street Fighter en las que el rival, una vez derrotado, se transforma en monedas, al estilo de las que se obtienen en Mario Bros. cuando golpea cubos con su cabeza. Algunas etapas le permiten desbloquear niveles de dificultad y obtener incluso una “vida extra” en el volumen tres (que será clave en la parte final), si bien en una ocasión combate a un robot que no le aporta ganancia alguna.

Probablemente Scott Pilgrim no sea la primera ni la única historia en su género, pero sí logró el éxito suficiente para que Hollywood se animara a producir una adaptación cinematográfica que contó con la colaboración de Lee O’Malley y que se estrenó en agosto de 2010, justo días después de que saliera a la venta el sexto y último tomo. La película fue dirigida por el británico Edgar Wright, quien llevó al extremo la vocación geek del cómic original para presentar una vasta deliciosa colección de referencias gamer que inician desde el primer minuto con el logo y la fanfarria de introducción de los estudios Universal, convertidos al lenguaje de ocho bits de los arcade ochenteros.

Con el título de Scott Pilgrim vs. the World, que aunque corresponde al del segundo volumen de la saga abarca en realidad la historia completa (me ahorro la vergüenza de citar el nombre con el que fue exhibida en México), la cinta de Wright constituye un desafío para que los clavados en la tecnología adivinen cada uno de los cientos de guiños que aparecen salpicados a lo largo de la trama, algunos obvios, como las alusiones a los juegos Zelda, Final Fantasy y Dance Dance Revolution, o bien como efectos de sonido (entre ellos las alertas de las primeras computadoras Mac y el ruido de arranque de la Commodore 64), detalles gráficos sutiles (la clasificación de Stacey, la hermana de Scott, como “sólo para adolescentes” de acuerdo con Entertainment Software Rating Board) o diálogos no incluidos en la novela, como el origen de Pac-Man, con el que Scott pretende iniciarle plática por primera vez a Ramona.    

Fracasada inmerecidamente en la taquilla, Scott Pilgrim vs. the World dejó como legado un juego del género beat’em up (muy parecido al clásico Double Dragon) desarrollado por Ubisoft para su descarga en Play Station, así como una legión de nuevos cultistas que han buscado la novela original impresa o bien han accedido a ella en edición digital. En la iTunes Store mexicana está disponible incluso en su versión en castellano, lamentablemente plagada de españolismos como el verbo “molar”, que más bien dan ganas de moler al traductor a trompadas aunque no haya bonus de por medio.

*marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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