David Páramo

Análisis superior

David Páramo

13 Ago, 2014

Visión más amplia

A partir del primero de mayo cuando el jefe de Gobierno de la Ciudad de México planteó el debate sobre el aumento al salario mínimo, el tema ha ido creciendo con algunas deformidades que deberían hacerse a un lado.

De entrada, la posición ridícula y populista del PAN. No sólo Gustavo Madero subió de una manera irresponsable a su partido en esta discusión sino que parecería obsesionado por “robarse” la bandera. Ridículo sacar el tema en su discurso en la promulgación de las leyes secundarias de la Reforma Energética.

Como hemos asentado en esta columna hay una gran diferencia entre una propuesta (sobre la que se puede estar de acuerdo o no, pero que evidentemente sirve para trabajar con altura de miras) de una ocurrencia populista como la del líder nacional del PAN que pretende ganar votos mediante una consulta pública en las próximas elecciones.

Parecería que el PAN y PRD no saben qué hacer con el juguete nuevo de la consulta popular. Los primeros lo quieren usar como una herramienta para subir el salario mínimo por decreto y los segundos han generado una gran mentira en torno a la Reforma Energética.

Aseguran que con una consulta popular revertirán la reforma constitucional. Se trata de poco más o menos de una balandronada.

Primero, la Suprema Corte de Justicia tendría que determinar que las consultas populares pueden modificar la Constitución, un tema que aún no se ha resuelto por el Poder Judicial.

Segundo. Suponiendo que pudieran hacer la consulta popular tendrían que ganarla. A fuerza de repetir una mentira, al estilo de los nazis, creen que se convertiría en verdad. ¿De dónde sacan que simplemente por hacer la consulta ganarían? No se trata de hacer a un lado a Marcelo Ebrard o las trampas que entre ellos se hacen usualmente.

Es tan poco probable que se cumplan los dos primeros principios que los potenciales inversionistas en el sector energético no lo ven como una preocupación mayor. Es tan dudoso que jurídicamente puedan hacerlo como que derroten en una consulta popular al PRI, PVEM y PAN unidos.

Visión

En el caso del salario mínimo habría que tener una visión mucho más grande.

Primero. Sólo un pequeño grupo de mexicanos ganan el salario mínimo. El 14% de los trabajadores perciben menos de dos salarios mínimos.

Segundo. Subirlo por decreto generaría un repunte inflacionario que no sólo dañaría a estos trabajadores sino a prácticamente todos los mexicanos, puesto que generaría una crisis económica que destruiría el trabajo de décadas para lograr estabilidad financiera y que gracias a las reformas estructurales podríamos estar en el umbral de un despegue sostenido.

Los panistas proponen que el salario mínimo sea de diez mil pesos y el PRD aseguró que debe ser de más de 16 mil pesos. Para establecer el tamaño de la barbaridad sólo bastaría decir que el salario medio de cotización para los trabajadores del IMSS es de ocho mil 500 pesos.

Ninguno de estos “genios” explica de dónde saldrían los recursos para pagar este incremento salarial y qué pasaría con el resto de los trabajadores que no están sujetos al salario mínimo.

Tercero. Tan sólo para aumentar el salario mínimo hay un esquema verdaderamente sencillo en el que prácticamente hay consenso. Liberar al salario mínimo que establece la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos de su carga como unidad de cuenta para una gran cantidad de asuntos. Como se sabe más de la mitad de los ordenamientos federales y locales citan al salario mínimo como unidad de cuenta.

Con esta nueva unidad de cuenta, los miembros del organismo que preside Basilio González tendrían mayor flexibilidad para aumentar el salario mínimo sin generar distorsiones en los niveles generales de precios ni en el empleo.

Productividad

Si únicamente se atiende el tema del salario mínimo se generará una gran cantidad de distorsiones en materia económica que afectarían a los 2.5 millones de trabajadores que ni siquiera llegan a esa percepción y, peor aún, que desplazaría a quienes tienen una jornada completa con prestaciones sociales.

Diversas voces, que hasta el momento parecerían ser ignoradas por los populistas que sólo buscan rentabilidad política o declaraciones tronantes, han advertido sobre los riesgos de aumentar el salario mínimo por decreto entre las que destacan desempleo, inflación, crisis económica y, en general, menores niveles de bienestar para la mayoría de la población, particularmente aquellos que menos tienen.

Agustín Carstens, Luis Videgaray, Alfonso Navarrete Prida, Aristóteles Núñez, Gerardo Gutiérrez Candiani, Juan Pablo Castañón no sólo han advertido sobre el peligro de una medida de este tipo sino que han planteado que el aumento de los salarios (no sólo los mínimos) debe provenir del incremento en la competitividad.

Hay una tentación por usar a los organismos internacionales como una suerte de tablas de la ley para justificar lo que nos conviene.

En el debate superado sobre lo insuficiente del salario mínimo (todos están de acuerdo) los del Gobierno de la Ciudad de México usaron a la Cepal y para establecer el monto de su ocurrencia los del PAN a los datos del Coneval que establecen que una persona requiere dos mil 500 pesos mensuales para satisfacer sus necesidades mínimas.

Siguiendo esta línea habría que utilizar las cifras de la OCDE según las cuales los trabajadores mexicanos son los que tienen jornadas más largas, pero son los que producen menos.

Y justo aquí está la clave del verdadero debate: los salarios deben aumentar de mano de la productividad.

El secretario del Trabajo asegura que tiene una iniciativa en este sentido una vez que el salario mínimo sea separado como unidad de cuenta para aumentar la competitividad.

En esta columna hemos sostenido que lo que algunos llamaron la Reforma Laboral fue insuficiente y que se necesitaba hacer una que verdaderamente generara flexibilidad laboral para aumentar la productividad.

La discusión no está en el salario mínimo. El verdadero debate es cambiar de fondo las estructuras laborales para que las empresas puedan hacer más con menos y eso redunde en mayores puestos de trabajo con mejores niveles salariales.

La mesa de trabajo que se está estableciendo en la Secretaría del Trabajo debe ir mucho más orientada a una discusión de alto aliento, como las que ya demostró el país que se pueden hacer, que no pare sólo en el salario mínimo.

Interés

Primero Energía, de Miguel Mexía Díaz, desde ya se apunta para participar en la generación de energía aprovechando las nuevas reformas y se congratula por el logro alcanzado tras décadas de inmovilidad. Y precisamente habrá que estar atentos a eso: que a partir de ahora inicie la competencia y se evite la inmovilidad.

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