Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

25 Ago, 2014

Secret

El primer capítulo de la temporada 17 de South Park satiriza el monitoreo de Washington a los teléfonos y comunicaciones electrónicas de los ciudadanos, con el personaje central, el tremendo niño Eric Cartman, infiltrado al estilo Edward Snowden en la NSA para informar al mundo cómo opera esta agencia, y quien comprueba decepcionado que sus revelaciones, en realidad, no le importan a nadie.

En el programa, estrenado por Comedy Central en septiembre pasado, Cartman y el actor Alec Baldwin son los únicos miembros de una red social llamada Shitter (parodia de Twitter), que consiste en una antena transmisora implantada en el cerebro y capaz de publicar directamente en internet pensamientos personales (en su mayoría obscenidades y procacidades sexuales) sin la mediación de un teléfono inteligente. Cuando le preguntan a Cartman si le parece bien que todo lo que piensa se suba a internet, él responde: “Sí, porque el gobierno no respeta mi privacidad”.

En algún sentido, el capítulo resultó premonitorio del escándalo que protagoniza Secret, una aplicación para iOS y Android, lanzada desde San Francisco, California, el 30 de enero pasado, y que permite publicar los pensamientos que las personas realmente quieren decir (y no las ñoñerías que habitualmente se postean en Facebook) sin que se sepa quiénes son sus autores.

Según un comunicado de prensa de sus desarrolladores, Secret permite a sus inscritos publicar “honesta y abiertamente” en “un lugar para ser ellos mismos, compartiendo anónimamente lo que está en sus mentes y develando lo que la gente realmente está pensando”, por medio de posts que provocan “conversaciones genuinas que pueden ser sorprendentes, divertidas, esclarecedoras y siempre interesantes”.

La forma como opera esta app no constituye ningún secreto: una vez instalada en el smartphone, Secret solicita al usuario un número telefónico, una dirección de correo electrónico o el enlace a una cuenta de Facebook. Con el acceso a los contactos, se alimenta de los mensajes favoritos de los amigos propios y de los amigos de nuestros amigos, así como de los textos que el usuario publique ahí. Un botón en forma de corazón permite darle el equivalente de un “like” al mensaje, y los más favoriteados son seleccionados como tendencia.

La idea que dio origen a la app, según el boletín, “surgió del deseo de nuestro cofundador de mandar secretamente una carta de amor a su novia. La experiencia de envío y recepción fue a la vez mágica y emocionante. Nos dimos cuenta de que muchos de nuestros pensamientos más importantes empiezan en voz baja: nuestra primera entrevista para un nuevo trabajo, el viaje de nuestros sueños, el día en que nos percatamos de que es hora de terminar una relación o desafiar una idea con la que no estamos de acuerdo. Estos pensamientos no habían tenido antes un hogar, y queríamos cambiar eso”.

Los fundadores de Secret, David Byttow y Chrys Bader, ingenieros que previamente contribuyeron a la creación de la red Google+, han tenido que moderar el entusiasmo inicial con el que lanzaron su programa debido a que éste ha sido utilizado como una herramienta de acoso cibernético, situación similar a la que protagonizó el sitio ask.fm, acusado hace un año de propiciar suicidios de jóvenes en Gran Bretaña.

Secuela de estos señalamientos, Secret ha ido acumulando polémicas en cascada: debió inhabilitar la opción inicial de publicar fotografías almacenadas en el teléfono; admitió ante la revista Wired que su software tiene vulnerabilidades que permiten a hackers descubrir la identidad de quienes postean y, para colmo, un juez en Brasil obligó a que se retirara de la App Store de ese país por violar la legislación interna que prohíbe el anonimato (ejemplo, diría Cartman, de un gobierno que no respeta la privacidad).

Secret fue durante la semana pasada la aplicación más descargada en México después de desatar una fuerte polémica en Monterrey, debido a que varios infidentes propalaron rumores y publicaron ahí imágenes comprometedoras de jóvenes que confiaron equivocadamente en la discreción de sus destinatarios, muchos de los cuales manipularon digitalmente las fotos recibidas para contribuir a su propósito de arruinar reputaciones. La controversia se transformó en trending topic local e hizo que otro anónimo remitente publicara en Secret el artículo 345 del Código Penal de Nuevo León, que señala que comete difamación quien utilice un medio electrónico para compartir imágenes y textos que causen deshonra y descrédito, y anima a denunciar al que lo haga, asegurando que una orden judicial puede obligar a que se revele el nombre del difamador.

El caso ejemplifica, como sutil ironía, que muchas leyes suelen ser eso: secretos que en realidad no le importan a nadie.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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