Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

2 Jun, 2015

¿Si hubiera habido propuestas, habría cambiado algo?

Una opinión común —de las campañas en curso—, de los que ven la política desde el ambiente egocéntrico del cubículo, o desde el estímulo que proporciona el teclado, es la que afirma que no hubo propuestas.

Si bien lo que afirman es un tanto parcial pues sí las hubo pero fueron puras ocurrencias, habría que preguntarse —con la seriedad debida por lo que ese hecho dice de nuestra democracia—, si las hubiera habido habría significado un cambio sustancial en el desempeño de los candidatos y, esto sería lo central en toda discusión responsable al respecto, si el ciudadano las habría entendido y hecho suyas.

Uno de los grandes logros, histórico me atrevería a calificarlo, de eso que aquí llamamos partidos políticos, es haber convertido la política y las campañas por concitar la simpatía del elector y su voto, en un espectáculo grotesco donde, para millones, lo único que vale la pena de toda campaña, es la participación de grupos musicales o cantantes que les alegran un rato la vida dentro de la gran tragedia que hoy somos como país.

El ciudadano de hoy, ha sido educado para rechazar todo lo que huela a actividad política, y juzga como corruptos irredentos y mentirosos contumaces, a los que andan metidos en ella para ver qué sacan.

¿De dónde sacan esos analistas políticos que en este México de hoy, con estos electores y ese ejército de candidatos —donde algunos ni siquiera conocen la o por lo redondo—, el centro de las campañas debería estar conformado por propuestas? ¿Tienen idea de que lo que piden es, simple y sencillamente la expresión de una soberbia que los mantiene alejados de la realidad que enfrentan los más de 80 millones de electores, frente a esa plaga apocalíptica que son los partidos políticos?

Alguien podría preguntar entonces, ¿qué hacer para enfrentar y empezar a corregir esa situación que tanto daña a la democracia mexicana y, aún cuando no lo reconozcamos abiertamente, bien sabemos que ha puesto en peligro ya la estabilidad política y la gobernabilidad?

Desde mi punto de vista, pienso que la primera medida y más efectiva para romper ese perverso dominio que hoy ejercen en la actividad política los partidos, no podría ser otra que modificar de raíz el procedimiento y los requisitos casi insalvables que hoy dificultan —cuando no vuelven imposible—, conformar un nuevo partido político.

Esta modificación, por sus características y objetivo central no podría provenir más que del Poder Ejecutivo. Por ello, si en verdad el Presidente quiere hacer realidad aquello de Estado Eficaz, no tiene otra salida que enviar una iniciativa, que facilite y reduzca prácticamente a cero el costo que hoy significa la construcción de un nuevo partido político.

Un número pequeño de ciudadanos y un umbral a alcanzar o rebasar en la primera elección en la cual participe el partido recién constituido del orden de 2.0% para permanecer, podrían, de entrada, ser el principio del fin de la partidocracia actual.

De ahí pues, en tanto las reglas que rigen la vida de los partidos sean fijadas por ese reducido grupo de caciques que pululan en los partidos y las Cámaras, nuestra democracia irá más rápidamente en retroceso.

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