Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

3 Jul, 2015

¿Dinero = felicidad?

Una pregunta que poco nos hacemos los emprendedores es si el negocio que hacemos (en específico el dinero que ganemos de ese negocio, ya sea como salario o como producto de su venta) nos va a hacer felices.

A simple vista pareciera una respuesta obvia (¡SI! +$ = + :)), pero en la realidad, no es una relación tan matemáticamente igual.

La relación entre el dinero y la felicidad es una de las preguntas que más se han discutido en la historia; desde los grandes filósofos (Platón en La República describe a riqueza como la causa del descontento) y los “sabios populares” (bien cantaban los Beatles que el dinero no puede comprar el amor), hasta los ciudadanos comunes y corrientes, día a día, nos cuestionamos sobre el papel que juega el dinero en nuestra vida.

No es un tema trivial ni puramente filosófico. Hoy en día existen corrientes enteras del análisis económico (por no decir de la sicología y la sociología) que se dedican a dar respuesta a esta pregunta, con resultados mixtos:

Por un lado existe la corriente tradicional que sigue omitiendo, o minimiza, el papel que juega el dinero en nuestro nivel de satisfacción; por otro, hay una corriente más monetarista (cínica o realista, según el cristal con el que se vea) que atribuye al dinero gran parte de la responsabilidad por la felicidad que llegamos a sentir (trivializando el tema con frases como “El dinero no compra la felicidad, pero te permite elegir una forma más cómoda de miseria” o “quien dice que el dinero no compra la felicidad no sabe donde comprar”).

Los estudios más recientes sobre felicidad e ingreso son puntuales: Una vez que alcanzas cierto nivel de ingreso, variable para cada país, ganar más dinero no te hace más feliz.

Como emprendedores arriesgamos el pellejo, sudor, lágrimas y horas de sueño, con el fin de ganar más y, pensamos, ser más felices, pero esto no es cuestión de cantidad sino de actitud.

EL DINERO SÍ COMPRA LA FELICIDAD

El dinero es un puente muy importante para alcanzar la dicha y el bienestar, siempre y cuando lo utilicemos de la manera correcta:

Encontramos balance. Vemos la felicidad que nos dan las cosas materiales como parte de un todo, en donde también damos justa importancia a la familia, amigos, vida espiritual… No es cuestión de asignar prioridades, sino de dar un justo lugar a todos los objetivos que tenemos en la vida. También la felicidad está ligada al propósito más allá del dinero que encontramos en nuestro negocio.

Es fuente de estabilidad. Está comprobado que uno de los eventos que más afecta nuestro nivel de bienestar es la pérdida de un empleo, en gran parte por la incertidumbre sobre como vamos a poder enfrentar los gastos. Por esto, es vital que en la planeación financiera de toda persona exista una cuenta de emergencia: dinero ahorrado suficiente para solventar entre 3 y 6 meses de gasto que permitan la tranquilidad para poder hacer frente a cualquier eventualidad. Esto es fundamental a la hora de emprender.

Hay orden. La correcta planeación monetaria es más que un sermón de los expertos en finanzas personales. El vivir maximizando ingresos, sin estar agobiado por deudas, con la mente y el empeño puestos en objetivos claros, y con planes testamentarios en orden, es la manera más importante en las que el dinero se convierte en una manera para alcanzar la felicidad.

Eres espléndido (y no en cantidad sino en calidad). El poder compartir el dinero con los demás es una de las fuentes más grandes de dicha; ya sea que nos responsabilicemos por darles diferentes oportunidades a nuestros seres cercanos (estudios, viajes…) o que ayudemos a los más necesitados, por medio de donativos, el abrir la cartera es una de las mejores maneras de llenar el corazón.

LA ACTITUD EQUIVOCADA

El dinero trae más problemas de los que resuelve cuando…

… El fin es tener más. Buscamos acumular dinero, riqueza o poder sólo por acumularlos sin que tengan un uso u objetivo tangible. No nos preocupamos por el bienestar que podemos adquirir con ese dinero (ya sea gastándolo o ahorrándolo), sólo por la cantidad que podemos almacenar.

… Nada es suficiente. Después de trabajar arduamente para comprar un coche, por ejemplo, lo estrenamos y en lo único que podemos pensar es cuando y como vamos a poder comprar otro mejor ya sea por avaricia o por vivir comparándonos con alguien más.

… El dinero es mal-habido. Bien dice el dicho que lo que fácil llega rápidamente se va. El dinero que es ganado en circunstancias dudosas o a costa del bienestar de otra gente, más que una fuente de riqueza se vuelve, tarde o temprano, una causa de inseguridad emocional.

… El objetivo es impresionar. El consumo conspicuo, el que se hace por ir a la par de los vecinos o de las convenciones sociales, no sólo nos orilla a gastar de más, también es una fuerte fuente de presión que elimina el gozo que le damos a nuestras posesiones.

… Causa conflictos en la pareja. El dinero, poco o mucho, que es fuente de pleitos, golpes o malentendidos dentro de las relaciones de pareja, es el dinero más caro e inservible del mundo.

Parafraseando a Albert Camus (quien dijo que “La verdadera felicidad es la armonía que existe entre el hombre y la vida que lleva”), digamos que “La verdadera riqueza es la armonía que existe entre el emprendedor y el propósito con el que emprende”.

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