Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

13 Oct, 2015

Hoy son los empleos formales, ¿y mañana, qué presumiremos?

No cabe duda, cuando uno va en caída libre al fondo del precipicio, donde encontrará una muerte segura, trata de agarrarse —como acto reflejo con miras a salvar la vida—, incluso de un clavo ardiendo. Esto, que es obligado en el caso de una persona que lucha por sobrevivir debería estar prohibido para el gobernante.

En aquellas situaciones donde, lo único que se ha obtenido durante el tiempo transcurrido de un gobierno han sido fracasos, uno tras otro, sin un triunfo en el horizonte, debería estar terminantemente prohibido para el gobernante y sus funcionarios, la manipulación de las cifras con miras a presentarse ante los gobernados, como si el país estuviere viviendo una realidad distinta a la evidente.

Las razones, está de más abundar en ellas; bastaría simplemente afirmar que en los tiempos que corren, tanto los ciudadanos como los agentes económicos privados tienen, como nunca antes, acceso a datos e información que volverían inútiles y contraproducentes los intentos —por bien elaborados y adornados que estuvieren—, de ocultar la realidad mediante la manipulación de las cifras, o presentarlas fuera del contexto a que obligan la objetividad y la honradez intelectual, tanto al gobernante como a su equipo.

Cuando el gobierno en  turno pretende, mediante trampas burdas —casi evidentes en no pocos casos—, negar la realidad cotidiana la cual, al pretender desconocerla y empezar a moverse en un universo creado por publicistas duchos en estos recursos, aquélla termina por complicarse. Además, como otra consecuencia, la gravedad de los problemas alcanza niveles peligrosos los cuales, no sólo amenazan la estabilidad económica sino la gobernabilidad misma.

Gobernar así se convierte entonces en un círculo vicioso; las mentiritas piadosas del principio son ahora mentiras gigantescas, las cuales parecen adquirir vida propia.

Lo relativamente fácil y poco costoso al principio: detenerse para no seguir por la ruta de la manipulación de las cifras y la tergiversación de la realidad, se vuelve un costo imposible de pagar por lo que, la nueva mentira deberá ser mayor y por lógica, más burda e insostenible que las anteriores.

Hoy, la conducta del gobierno del presidente Peña Nieto, y la de sus principales funcionarios e integrantes del primer círculo que lo rodea, parecen haber llegado ya a ese punto. 

Más que la incapacidad para diseñar políticas públicas que enfrenten los problemas, y su temor e indecisión para empezar a resolver los problemas que no los dejan ni dormir, lo que preocupa es su decisión de seguir por el camino definido desde el principio mismo de su encargo: tergiversar la realidad, manipular y descontextualizar las cifras con miras, infructuosamente, a presentar un panorama que por decir lo menos, se ubica a años luz de la realidad cotidiana que enfrentan millones de mexicanos.

Hoy, ya dejaron atrás las decenas de miles de millones de dólares que llegarían con la Reforma Energética, y el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) por encima de cinco por ciento; ahora presumen el número de empleos formales.

¿Qué seguirá mañana, una vez que la realidad vuelva a exhibir sus verdaderas intenciones?

¿Pararán algún día?

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