Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

16 Oct, 2015

Destino: éxito profesional

Escribo esta columna inmersa en tarea. No es metafórico el decir que se me acabó la tinta de la impresora para imprimir todo lo que tengo que leer. Literalmente gasté cartucho y medio en documentos (sí, yo sé, soy de la generación que todavía entiende mejor cuando lee en papel).

La próxima semana voy a estar en un curso impartido por la Universidad de Stanford para emprendedores. Mis hijos se mueren de la risa cuando me ven con el lápiz en la boca gritándole groserías de desesperación a la calculadora.

Bienvenidos al siglo XXI: Atrás han quedado los padres que se jactaban de los logros educativos de sus hijos; hoy son los niños los que presumen los títulos académicos de sus padres. La frase “mi papá es más fuerte que tu papá” ha sido sustituida por “el mío es más estudioso que el tuyo”.

La educación para emprendedores no es ya la excepción sino la regla de lo que se debe hacer para tener éxito en el camino del emprendimiento. Cada día un mayor número de instituciones de primer nivel, nacionales e internacionales, aumentan la gama de cursos, diplomados, maestrías y segundas carreras que ofrecen a adultos de mediana edad, e incluso a aquellos en sus “años dorados” que buscan complementar su valiosa experiencia, producto de años de trabajo, con lo último en técnicas y conocimientos, que les permita sobresalir en un mercado cada día más competido.

La principal ventaja de regresar a la escuela años después de haberse graduado no es el “valor a currículo” que se puede conseguir, sino el efecto tangible que ésta tiene sobre el desempeño y éxito profesional. Estudios recientes determinan que para ser un mejor ejecutivo, léase una pieza más importante para la empresa, se necesita tener fortaleza en cuatro áreas: Conocimiento particular del trabajo que se realiza, capacidad de liderazgo, habilidades interpersonales y satisfacción personal; por medio de la educación para ejecutivos se pueden mejorar todas estas cualidades: aprender nuevas armas que permitan mantenerse a la vanguardia, perfeccionar el viejo arte del networking con maestros y compañeros y/o encontrar un reto, alejado del ambiente de trabajo, que nutra las inquietudes individuales.

¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? La gran oferta que existe en los programas para ejecutivos puede ser avasallante, para poder elegir el adecuado es importante empezar por hacerse cinco sencillas preguntas:

¿Por qué lo quiero hacer? Metas claras, resultados exitosos. Antes de elegir un programa es vital preguntarse qué es lo que pretendes conseguir con él: ¿perfeccionar aptitudes técnicas muy específicas? ¿Ampliar la lista de contactos profesionales? ¿Iniciar un nuevo camino profesional?

Haz una lista de tus expectativas, lo más específico posible, para poder filtrar la lista de opciones y asegurar que el programa que elijas las cumpla de la mejor manera posible. 

¿Qué elijo? A diferencia de lo que estudiaste en tu juventud, cuando el aprobar las materias era obligatorio, el éxito de los programas que cursas en la edad adulta depende del gusto con el que los lleves a cabo, por lo que debes elegir uno que, independientemente de su grado de dificultad, disfrutes. Aun cuando tu elección esté hecha con base en tus necesidades o a requerimientos del escenario de trabajo, no dejes a un lado tus gustos; opta por el perfeccionamiento de tus aptitudes, la adquisición de nuevos conocimientos o, por qué no, el ampliar tu cultura general, la formación integral puede ser un arma muy interesante y redituable, por lo que no descartes un curso de literatura aun cuando seas un contador o analista financiero.

¿Cuándo es el momento de empezar? Si estás esperando el momento perfecto, ése en donde todos los astros se alinean, vas a dejar pasar muchas oportunidades. El momento ideal para empezar un programa de educación es cuando te nace la inquietud de hacerlo (cierto, existen mejores momentos que otros para empezar, busca tener relativa estabilidad en casa y oficina). Planea con tiempo el inicio del programa para poder organizar tu tiempo y pendientes de la mejor manera posible.

¿Cómo me organizo? El estudiar implica sacrificios, en tiempo y dinero, por lo que necesitas el apoyo y compromiso de tus colegas y de tu familia. La palabra clave es: organización. Prioriza tus actividades y descarta, por el momento, lo que no sea esencial; busca establecer una rutina que te permita maximizar el uso del tiempo (por ejemplo: 2 horas de la mañana del domingo para hacer la tarea). El aprender a organizar tu tiempo, usando este programa de estudio como pretexto, es una ventaja que podrás aprovechar aun después de haber terminado con él.

¿Dónde lo hago? La oferta es amplísima y los formatos de estudio muy variados para adaptarse a las necesidades de los ejecutivos de hoy. Tu elección depende, en buena medida, de la cantidad de tiempo que tengas disponible y de la cantidad de dinero que estés dispuesto a gastar. Si cuentas con un horario amplio, decídete por una maestría (de tiempo completo o medio tiempo), una especialización o diplomado o, si tienes poco tiempo disponible, opta por un curso o seminario. Existen nuevas opciones, llamadas Executive MBA, que combinan sesiones cortas e intensivas con periodos largos de estudio individual (dos semanas intensivas cada semestre y el resto del tiempo trabajo en casa, por ejemplo).

 Si no estás seguro qué es exactamente lo que quieres o puedes hacer, elige un programa corto (de unos pocos días) para que midas  lo que implica regresar a los libros antes de adquirir un compromiso mayor.

Consulta el recuadro anexo para tener una idea de los diferentes programas ofrecidos alrededor del mundo… Una vez que elijas la opción más adecuada a ti, es importante que recuerdes lo que cualquier estudiante adolescente sabe, detalles que tú, probablemente, ya has olvidado: Procura ser puntual, lleva los lápices con punta, juega limpio con tus compañeros y si el domingo por la noche sientes mariposas en el estómago, no te preocupes, son, simplemente, nervios… y no se te olvide hacer la tarea.

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