Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

21 Oct, 2015

¿Haremos caso, esta vez, de lo que recomienda la OECD?

21 de Octubre de 2015

En no pocas ocasiones he comentado con usted —en este mismo espacio—, el desconocimiento o el rechazo abierto de lo que plantean en sus documentos de investigación y análisis las organizaciones multilaterales y centros de investigación, por parte de nuestros políticos, sean gobernantes, funcionarios, legisladores o dirigentes de partidos políticos.

Esa conducta, particularmente la parte que tiene que ver con el rechazo de los contenidos, por desgracia, es frecuente encontrarla también, en quienes en México se dedican a analizar la economía mexicana desde posiciones en la academia o centros de investigación.

La ideologización enfermiza extrema de no pocos, hace que la condena sea automática, e inmediata; si la publicación perteneciere a organizaciones multilaterales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, por sus siglas), el Fondo Monetario Internacional (FMI) o Banco Mundial, el rechazo se convertiría, figurativamente hablando, en la quema de dicha publicación con leña verde.

Somos pues, adoradores del análisis autóctono, aldeano e ideologizado, aun cuando éste sea la repetición mecánica de los clichés que fueron populares allá por los años sesenta del siglo pasado; por el contrario, todo lo que huela a externo, aún cuando sea un análisis soportado por la evidencia y sus recomendaciones, de ponerlas en práctica, acarrearían beneficios para el país y los mexicanos, es rechazado sin la menor consideración.

Lo que aquí describo en los párrafos anteriores, es la suerte que han corrido centenas de análisis que en los últimos 20 o 30 años han elaborado organizaciones multilaterales y centros de investigación diversos.

Si bien alguien podría decirme que, por encima del desconocimiento y rechazo de tanta publicación, México ha sobrevivido; es cierto, debo reconocer pero, habría que agregar a esa irrefutable afirmación, que el daño que le hemos hecho al desarrollo y el crecimiento económico de México por no haber querido poner en práctica algunas de las recomendaciones ahí contenidas, es gigantesco.

Viene a cuento lo anterior, por la publicación que recién se dio a conocer por parte de la OECD, del estudio relacionado con los sistemas de pensiones mexicanos. Si bien la visión que campea en dicho trabajo es parcial —desde mi punto de vista—, al dejar de lado las medidas que en materia de población deberíamos tomar, sin duda hay en él recomendaciones valiosas pero sobre todo, un diagnóstico crudo pero certero de la situación grave que enfrentan nuestras pensiones y en consecuencia, las finanzas públicas del país.

¿Qué haremos con ese estudio? ¿Correrá la suerte de cientos más? ¿Acaso nos contentaremos con tomar lo facilito, lo que no genera rechazo y controversia, para no provocar a los políticamente correctos? Es decir, ¿patearemos el bote hacia adelante?

Si bien es cierta aquella afirmación, de haber sobrevivido sin hacer el menor caso de estudios anteriores sobre temas relacionados con nuestros problemas estructurales, el tema tratado en el estudio de la OECD, no parece grave, ya es muy grave.

¿Qué procedería entonces? Lo primero, dar a conocer masivamente una buena síntesis del estudio, escrita con un lenguaje claro y comprensible para amplios sectores de la población, particularmente los jóvenes, y luego definir las medidas impostergables relacionadas todas, con los dos aspectos del problema que me parecen centrales: lo financiero, y lo demográfico. Si tomáremos en cuenta únicamente lo financiero, no habría solución real del problema.

¿Le parece que sigamos el viernes?

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