Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

1 Ene, 2016

De la teoría a la práctica

Después de que el último regalo ha sido abierto y el último bocado de pavo devorado (con todo y el recalentado) empieza lo realmente difícil (además de ver los números que marca la báscula): el establecer los propósitos para el año que empieza y sobre pensar en la manera de hacerlos realidad.

La tragicomedia de errores en donde empezamos lamentándonos todo lo malo que hacemos en el año, nos laceramos por nuestros pecados y errores y, después, hacemos promesas que (seamos sinceros) no pretendemos realmente cumplir. Dejar de fumar, bajar de peso, tener más paciencia, trabajar menos… o trabajar más; los propósitos son amplios y variados.

Como emprendedores, cargamos la dudosa dicha de tener que establecer planes y propósitos para nuestro negocio.

Para la gente que trabaja en una empresa, los propósitos de dicha compañía están marcados por los jefes o por los planes empresariales. Para el empresario cuyo negocio es, prácticamente, un apéndice de sí mismo, el establecer propósitos no está completo si no se hacen también para el “bebé-negocio”.

Los propósitos son, relativamente, fáciles de hacer. La semana pasada publicamos en esta misma columna una lista de buenos propósitos para emprendedores y sus negocios. Lo realmente difícil es lo que pasa a partir del 2 de enero: la tarea de hacerlos realidad.

Así que he aquí una lista de cómo hacer para que esos propósitos se cumplan de verdad. Mal dice el dicho que “prometer no empobrece”, el hacer y no cumplir promesas financieras/empresariales/personales es una de las maneras más fáciles de perder dinero u oportunidades de crecimiento.

Antes de decir la primera frase que empiece con “este año prometo/juro…”, éstas son en las cosas que debemos  pensar. No hagas tus propósitos cuando empiezan a sonar las campanadas, empieza desde ahora, siguiendo estos pasos, para asegurar poderlos hacer realidad:

1.- Pocos y buenos… Más vale pocas propósitos que realmente se cumplan que una lista interminable que acabe olvidada el 15 de enero.

2.- Más vale paso que dure que trote que canse. Prometer ahorrar 100 mil pesos en un año es muy impresionante, pero poco realista. Mejor enfocarnos en metas chicas de corto plazo que sean más fáciles de cumplir.

3.- Papelito habla. Todas las promesas tienen que estar hechas por escrito. Con descripción de lo prometido y límite de tiempo para cumplirlas. De preferencia, la lista debe quedar en un lugar en donde constantemente la puedas ver.

 4.- En números. Si las promesas financieras no tienen números, puede ser que no sirvan de mucho. De nada sirve decir quiero ahorrar “más” o quiero deber “menos” o necesito invertir “mejor”. Cuánto es lo que quieres ahorrar, en qué monto quieres reducir tus deudas o qué porcentaje de rendimiento esperas obtener.

5.- No es el qué, sino el cómo. Cada propósito debe tener adjunto una lista de tres o cuatro pasos concretos que van a permitir cumplirlo. Si quieres ahorrar más escribe tres acciones concretas que vas a tomar para dejar de gastar, si buscas deber menos haz una lista de pasos para poderlo lograr.

6.- Comparte tus penas. Está comprobado que en el momento que verbalizas tus promesas a gente cercana eres mucho más capaz de cumplirlas. Primero porque creas una expectativa de la gente que te rodea que vas a buscar cumplir o que, por lo menos, va a ser más difícil abandonar y, segundo, porque el verbalizar tus promesas te crea un compromiso interno.

7.- ¡Help! Busca ayuda. Los propósitos de fin de año generalmente buscan resolver problemas en los que estamos atorados y que necesitamos asesoría para salir adelante. No es de tontos pedir auxilio a profesionales. Muy al contrario, como bien decía Einstein “tonto es aquel que espera diferentes resultados haciendo las cosas de la misma manera”.

Ahora sí, con estos consejos en mano empecemos en año. Para todos los que me leen este primero de enero de 2016 les deseo un año rico en amor, salud, felicidad, éxito y ¿por qué no?, también rico en dinero.

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