Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

7 Ene, 2016

Guanajuato, un laboratorio para el turismo social

Si el año pasado Fernando Olivera, secretario de Turismo de Guanajuato, hizo una apuesta importante para desarrollar el turismo en ese estado a través de la gastronomía; en 2016 dará un giro que parece una ocurrencia, hacia el turismo social.

De hecho, nadie creería que no es una idea “sacada de la manga” a menos de que lea el Programa Estatal de Turismo de la administración de Miguel Márquez Márquez, donde refiere puntualmente que, en el cuarto año, se desarrollará el turismo social.

Este segmento es entendido a partir de dos derechos recíprocos, el que tienen todos los mexicanos a poder viajar y el que también tienen todos los destinos de interés turístico a ser visitados.

Así es que ahora, en Guanajuato, Olivera trabajará para que lleguen más viajeros a los destinos religiosos, como el Cerro del Cubilete; a los de importancia cultural, como los sitios arqueológicos y a los Pueblos Mágicos.

Además de la comercialización que se hace de estos atractivos a través de las redes tradicionales, ahora se trata de llevar grupos de trabajadores aglutinados en torno a instituciones sociales; también a jóvenes estudiantes y, además, a los adultos mayores.

En el programa de turismo social de Guanajuato no se contemplan los viajes que requieran utilizar avión.

No porque este medio de transporte esté fuera de los circuitos internacionales de turismo social, de hecho, el desarrollo de los modelos de bajo costo, además de la economía que genera en viajes de mediano y largo alcance, es irrempazable en algunos productos.

Pero la idea en Guanajuato es mover a viajeros en trayectos que no superen las cuatro horas de distancia y allí hay mercados emisores muy importantes, como la Ciudad de México, Querétaro, Morelia y Aguascalientes, además de las propias ciudades de Guanajuato.

Con esa mezcla es que se pretende fomentar el arribo de turistas a muchos destinos en donde existe potencial para crecer.

El otro aspecto es jugar con los momentos de baja ocupación hotelera, lo que implica un análisis no sólo de temporadas altas y bajas sino de días de la semana con más o menos demanda.

El otro aspecto relevante es la comercialización y, para ello, se pretende habilitar una cadena de farmacias para vender, a través de ellas, sus paquetes, aliadas con algunos empresarios locales.

Quizá lo más interesante es que Olivera conoce muy bien los procesos de comercialización de los viejes, pues él mismo dirigió en el pasado una globalizadora; además de que durante años fue funcionario turístico federal, lo que significa que sabe cómo generar alianzas, ahora desde un estado como Guanajuato.

Entidad que, además, tiene algunos pormenores dignos de mencionarse, pues se trata de una de las economías más pujantes del país, con una ubicación geográfica privilegiada y en donde hay una infraestructura carretera y de hoteles relevante.

Hoy, cuando el turismo social se ha convertido en un tema al que ha sido difícil entrar en México, Guanajuato podría convertirse en un laboratorio para esta asignatura.

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