Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

27 Ene, 2016

Uber no amenaza a los taxistas sino a un gremio en decadencia

Si un conductor de taxi conocedor de su oficio, amable y servicial debería ser una persona respetada en cualquier sociedad; ese no es el perfil de quienes pusieron ayer a París de cabeza, en un intento primitivo de eliminar a los autos afiliados por Uber.

En noviembre pasado, cuando se realizó la World Travel Market de Londres, era común abordar un taxi y encontrarse con una campaña dentro de los autos que explicaba por qué era mejor esa opción que Uber.

Entre los racionales se encontraban que eran coches de tamaño y conformación especiales, a donde la gente podía acceder con maletas y paquetes voluminosos y que los taxistas en Londres tienen que ser expertos en conocer la ciudad.

También hacía referencia a que hacían exámenes periódicamente y, para terminar ofrecían una plataforma para teléfonos móviles, para llamar desde allí a los taxis en el futuro.

No es claro si todo esto será suficiente para competir exitosamente con Uber, pero es un esfuerzo serio y seguramente seguirá habiendo espacio en el mercado para todos.

Quienes de verdad tienen problemas, son los líderes de taxistas que se benefician con las cuotas de un servicio con tarifas excesivas.

También aquellas personas dueñas de cientos de placas de taxis y que han visto cómo el precio de las mismas va en picada por la aparición de Uber, fenómeno que es marcado en ciudades como Nueva York y París.

Para no hablar de aquellos que incluso tienen cuotas de poder, a partir de la representación de un gremio que hoy también está amenazado por la revolución mundial de la tecnología.

DIVISADERO

Tajamar. Realmente es increíble que grupos ecologistas sigan ondeando la bandera para frenar un proyecto que está en marcha desde hace una década, como es Tajamar.

Ciertamente el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), que dirige Héctor Gómez Barraza, no ha hecho un buen trabajo de comunicación; pero las 59 hectáreas del mismo están vendidas a particulares y si se paró fue por los problemas mundiales del mercado inmobiliario de 2007.

El tema está rebasado, el mangle fue afectado con leyes que se modificaron después de que se hicieron los trabajos originales de ingeniería y pararlo sería un señal malísima, que sólo enriquecería los argumentos de quienes hablan de la falta del Estado de derecho en México.

Al lado está, además, un proyecto ecológico extraordinario que abarca ocho mil hectáreas de selva y en 249 de las mismas se desarrollarán senderos, para crear el Ecoparque que será una gran aportación para elevar el nivel de vida de quienes viven y visitan el destino.

Para concretarlo sólo falta una donación de un terreno de acceso por parte del propio Fonatur, pues se hará con recursos de empresarios de la zona encabezados por Carlos Constandse, uno de los socios de Experiencias Xcaret.

Eso sí es tener visión sobre cómo cuidar el medio ambiente, hacerlo disfrutable para las personas y generar los elementos para conservar la vida silvestre.

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