Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

17 Feb, 2016

El juez

Si fuera un personaje de ficción, Antonin Scalia tendría todo el perfil del perfecto villano. Opositor a todo lo que huela a corrección política, como integrante del máximo tribunal de justicia estadunidense rechazó leyes y medidas a favor del matrimonio homosexual, el aborto, la inmigración y el combate al cambio climático. Metafóricamente sería el máximo enemigo a vencer en la trama de un videojuego, género del entretenimiento que, paradójicamente, le debe su supervivencia.

Fallecido el pasado sábado en un rancho cinegético de Texas, a los 79 años, Scalia estaba a punto de cumplir tres décadas como juez de la Corte Suprema, cargo para el que fue propuesto por el presidente Ronald Reagan. Medios liberales lo han calificado de conservador, derechista y hostil a los derechos civiles, sin referir que también fue un defensor acérrimo de la libertad de expresión.

Los sitios especializados Kotaku y Polygon recordaron que Scalia fue clave para que la Corte evitara, hace casi un lustro, que se prohibiera la venta de videojuegos violentos a menores de edad, como pretendía una ley aprobada en 2005 en California.

El malo de la historia se llama Arnold Schwarzenegger, no en su papel de Terminator, sino como gobernador del estado que pretendía equiparar los juegos de video con mercancías vedadas a los niños como el alcohol, el tabaco... y películas violentas como las que él mismo protagonizaba.

Schwarzenegger aprobó una normatividad que establecía que los juegos tipo Mortal Kombat –de asesinatos, mutilaciones y desmembramientos corporales– incitan a niños y jóvenes a cometer conductas agresivas. Aquella ley fue impulsada por el senador estatal Leland Yee, quien recientemente fue arrestado por acusaciones de tráfico de armas y espera sentencia por cargos de corrupción y lavado de dinero.

Como botón de muestra de lo que perseguía esa ley está un título lanzado en abril de 2005, Super Columbine Massacre RPG!, recreación de la célebre matanza en una escuela de Colorado y en la que los participantes simulan ser los estudiantes que acribillaron a 13 personas antes de suicidarse.

La ley referida ni siquiera superó la primera etapa, pues fue suspendida por un tribunal. Un nuevo retador entró en escena: Jerry Brown, fiscal general de California y sucesor de Schwarzenegger en la gubernatura, quien logró en 2010 que la Corte Suprema de EU admitiera su demanda contra la Entertainment Merchants Association, representante de la industria. La querella incluyó otros ejemplos como RapeLay (2006), en el que los participantes deben perpetrar violaciones sexuales y JFK: Reloaded (2004), donde el jugador interpreta el rol de Lee Harvey Oswald y atenta contra el presidente John F. Kennedy.

A Scalia le correspondió sustentar el dictamen de la Corte, que el 27 de junio de 2011 falló contra la ley Schwarzenegger al considerar que violaba el derecho a la libre expresión garantizado por la primera enmienda a la Constitución. Famoso por interpretar la Carta Magna en el sentido literal que le dieron sus redactores originales, el juez sostuvo que este principio no varía con los cambios tecnológicos ni con la aparición de nuevos medios de comunicación.

En ese contexto, alegó que contenidos igualmente repulsivos figuran en obras literarias que suelen ser dirigidas a los niños. Recordó que en las versiones originales de cuentos de hadas, a personajes como la madrastra de Blanca Nieves se le mata obligándola a bailar con zapatillas de hierro ardiendo al rojo vivo, unas palomas arrancan a picotazos los ojos de las hermanastras de Cenicienta y los niños Hansel y Gretel matan a la bruja cociéndola en el horno. Escenas igualmente perturbadoras existen en la Odisea de Homero y en El Señor de las Moscas de Golding. Para Scalia, leer La Divina Comedia de Dante es mucho más provechoso culturalmente que jugar Mortal Kombat, pero, como obras intelectuales, ambas deben ser igualmente protegidas por la ley.

La sentencia estableció que California no pudo probar que los juegos afectan la salud mental de los niños y plantea que, más que un dilema de censura, el problema de fondo estriba en cómo educan los padres a los hijos para enseñarles a elegir contenidos edificantes.

Al morir, Scalia provocó como última travesura que el presidente Barack Obama y los republicanos hagan del nombramiento de su sucesor una nueva batalla electoral. Como sea, este involuntario héroe de los gamers ya ganó así una vida extra.

*marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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