Víctor Beltri

Víctor Beltri

18 Feb, 2016

Aus den Ruthen y las redes sociales

Las nuevas tecnologías han sido una fuente constante de innovación social, siendo la prueba más palpable el uso de las redes sociales para cuestiones ciudadanas. Desde los tiempos de la Primavera Árabe –que ahora suenan remotos– en los que las redes fueron cruciales no sólo para facilitar la comunicación e interacción entre los participantes en las protestas, sino también para marcar el rumbo de los debates y llamar la atención del mundo entero sobre lo que estaba sucediendo.

Hoy en día, la comunicación ocurre a una velocidad inusitada, cobrando fuerza conforme las audiencias retransmiten los mensajes que consideran del interés de sus propias audiencias. No hay manera de detenerlo, a pesar de que múltiples gobiernos han intentado hacerlo: quienes tienen el poder político han aprendido a temer el poder mediático de las redes. No sólo ellos: los crímenes en contra de quienes utilizan las redes para difundir mensajes en contra de grupos delincuenciales son, lamentablemente, cada vez más comunes.

No son, sin embargo, los ciudadanos los únicos que usan las redes para denunciar abusos. En la delegación Miguel Hidalgo, el city manager Arne aus den Ruthen utiliza de forma cotidiana algunas herramientas que le permiten dar difusión a la lucha que ha emprendido en contra de los abusos de particulares. Así, nos hemos enterado de los vecinos cochinos y de los gandallas, de quienes utilizan la vía pública para sus propios fines y, en días pasados, de la existencia de personajes que se sienten tan seguros del poder que tienen que son capaces de maquinar la agresión y secuestro de un funcionario público, pensando que saldrían indemnes del asunto.

El caso es, o bien de una estulticia proverbial, o algo para preocuparse en serio. El primer episodio era del dominio público y había sido ampliamente difundido en redes sociales: ¿cómo esperaba, o espera Raúl Libien –a quien el propio Aus den Ruthen ha señalado como responsable– salirse con la suya después del secuestro? ¿Qué derecho de picaporte es capaz de solapar la impunidad de quien –a pesar del ruido que ciertamente iba a causar– urde la cobarde agresión y privación de la libertad de un funcionario del Estado mexicano? ¿Por qué existen fuerzas de seguridad paralelas que administran justicia al antojo de quien utiliza la violencia como recurso?

El delito fue flagrante y transmitido en directo: para la mala fortuna de quien supervisaba el operativo a distancia –y que daba órdenes a sus esbirros a través de sus propios sistemas de comunicación– en los últimos instantes de la grabación se pueden apreciar los números de matrícula de los agresores, que no dejan lugar a dudas. Lo que suceda está por verse, y su desenlace será, ciertamente, revelador: la balanza de la justicia debería inclinarse por el funcionario que cumple con su deber, y nunca por quien se atreve a golpear y secuestrar a un representante del Estado mexicano. Tiene razón Xóchitl Gálvez cuando califica la agresión como un acto de “venganza, escarmiento e intimidación”. Y es mucho peor, en cuanto el desafío se dirige a la autoridad: el asunto rebasa la discusión sobre las formas en los operativos y se centra en la impunidad, uno de los temas centrales de la agenda pública.

Sobra decir que, sin las redes sociales, nada de esto se hubiera sabido. Los vecinos tirarían la basura en la calle sin que a nadie le importara, las calles serían propiedad de quien las reclamara como propias, las camionetas seguirían estacionadas en Reforma y Arne aus den Ruthen, probablemente, correría con otra suerte. La utilización de herramientas como Twitter y Periscope por parte de los funcionarios públicos ha contribuido a la transparencia, inventando una nueva manera de relacionarse con la sociedad: el city manager de la Miguel Hidalgo mantiene un diálogo constante con la ciudadanía a través de sus redes sociales y da respuesta a cualquier reclamo. Es, sin duda, una nueva forma de entender la política.

La política ofrece áreas de oportunidad que pueden ser aprovechadas con el uso de la tecnología, más allá del uso de redes sociales, para lograr gobiernos más eficientes. En política, como está demostrado, también puede haber innovación.

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