Víctor Beltri

Víctor Beltri

7 Abr, 2016

Las tarifas abusivas de Uber

 

Las imágenes han llenado las redes sociales: justo en el momento en el que la contingencia ambiental daba pie a la implantación de medidas más severas para la circulación de vehículos, Uber ponía en marcha una tarifa dinámica que, en algunos casos, multiplicaba hasta en nueve veces el importe de sus servicios haciendo uso de una tarifa dinámica que ha causado controversia.

No es la primera vez que la empresa tiene que enfrentar las quejas de sus usuarios por el aumento en los precios: basta con hacer una búsqueda en internet para darse cuenta que es algo habitual en sus operaciones en todo el mundo. Año nuevo, Navidades, Halloween: ocasiones especiales, pero no inesperadas, en las que el usuario sabe que los coches disponibles serán pocos, y en consecuencia está dispuesto a pagar un sobreprecio. Es la ley de la oferta y la demanda, según los escuetos comunicados de la empresa. Hace sentido, hasta cierto punto: si en una zona no hay coches disponibles, y la demanda es elevada, es necesario brindar un incentivo a los choferes para que se desplacen hacia donde son necesarios.

El capital no entiende de emociones, es evidente. Pero debería. La sociedad mexicana ha recibido a Uber con los brazos abiertos, y ha sabido ponerse del lado de la empresa frente a autoridades y taxistas convencionales. Los ejemplos son innumerables, desde quien hace una defensa del servicio en las redes sociales hasta quien acepta mentir para no meter en problemas al conductor. El involucramiento de la ciudadanía con la empresa ha sido total, y no es de extrañarse que el usuario se sienta traicionado ante el aumento de precios.

Uber no está regulado, y es su prerrogativa elevar las tarifas de acuerdo con su modelo de negocio, como está demostrado. Pero también lo es bajarlas: Uber, a pesar de ser una empresa global, toma decisiones locales. Lo hemos visto antes, cuando el descenso en los precios obedece a razones comerciales, como con la manifestación de los taxistas en Guadalajara. Uber no puede olvidar que es una empresa inserta en una sociedad con su propia problemática, y las estrategias deberían obedecer a las circunstancias de cada lugar. Así ocurrió en Sydney a finales de 2014, cuando una situación de toma de rehenes colapsó el sistema de transporte público y la tarifa dinámica entró en acción: los precios se fueron al cielo, y la gente se quejó en redes sociales por la codicia de la compañía. Uber reaccionó, y al poco tiempo ofreció viajes gratuitos para quienes desearan salir de la zona en conflicto, así como el reembolso de los viajes cobrados de forma abusiva. Es claro que el objetivo de la empresa es hacer dinero, pero también lo es que no puede hacerlo sin tomar en cuenta lo que la gente está viviendo: la responsabilidad social de las empresas va mucho más allá de hacer donativos o establecer fundaciones.

El caso de la reacción de Uber ante la contingencia ambiental de la Ciudad de México es ejemplar por muchas razones. Las autoridades tendrían que haber comprendido cabalmente el modelo de negocio de la empresa, y sus repercusiones sociales, antes de permitir su funcionamiento. Deberían haberse establecido candados para evitar que las tarifas se eleven sin control en caso de una contingencia de cualquier tipo, especialmente en una contingencia ambiental como la que estamos atravesando. La empresa debería estar más conectada con sus usuarios, y comprender sus necesidades: la gente puede estar dispuesta a pagar más dinero por transportarse en algunas circunstancias, como lo son las fiestas públicas y días feriados, pero también comprende que, en situaciones especiales, la tarifa dinámica es un franco abuso y buscará opciones más razonables. En un ejemplo de lo más paradójico, algunos taxistas han copiado la estrategia usada por Uber en su contra y, ante los precios descabellados, han decidido reducir sus tarifas: si el gremio de taxistas ha aprendido algo de su principal competidor, no les costará mucho trabajo recuperar a quienes se fueron con quien hoy no los quiere comprender.

La tarifa dinámica continuará, sin duda. En esta semana, sin ir más lejos, Uber obtuvo la patente respectiva en Estados Unidos. Pero la empresa, de nuevo, trabaja en el ámbito local: la gran pregunta es si decidirá autorregular sus tarifas abusivas o se resignará a perder la batalla contra los taxistas renovados.

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