Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

13 Abr, 2016

#FeelTheBern

El neologismo “slacktivism” define una peculiar y cómoda forma de ser revolucionario, en la que basta con escribir tuits y hashtags incendiarios que no requieren de acciones reales o compromisos efectivos, sino del solo hecho de publicar.

Un activismo propio de flojos y holgazanes, como sugiere la traducción literal de la palabra “slack”. Aunque el término no necesariamente tiene connotación negativa: hay quienes ponderan que refleja un conocimiento mínimo sobre algún problema, necesidad, posicionamiento político o causa: preferible eso a nada.

En las semanas recientes ha cobrado forma otra acepción favorable, relacionada con las tropas de jóvenes que por medio de la tecnología se han integrado activa y entusiastamente a la campaña de Bernie Sanders, precandidato del Partido Demócrata a la Presidencia de Estados Unidos.

En septiembre del año pasado, un amplio reportaje publicado en The New York Times, firmado por Nick Corasaniti, daba cuenta de cómo una legión de voluntarios “tech” comenzaron a sumar sus talentos para apoyar al entonces desconocido senador por Vermont, un veterano activista por los derechos civiles que se autoproclama “socialista”, definición que en otras épocas habría hecho impensable siquiera su participación en las elecciones primarias.

La nota narra cómo su discurso conectó con jóvenes desarrolladores y diseñadores web que trabajaron gratuitamente para el lanzamiento de FeelTheBern.org, una iniciativa independiente destinada a difundir el ideario de Sanders, y a la que estuvieron dispuestos a aportar no sólo destreza técnica, sino creatividad y capacidad de organización.

Como este sitio, surgieron por todo el país mecanismos de apoyo análogos, que fueron desde la difusión de mapas interactivos para los actos de campaña hasta la creación de aplicaciones para recaudar donativos pequeños por medio de tarjetas de crédito. No se trata de simples aficionados, sino de programadores de altos vuelos que ayudaron a que el activismo de internet propio de la generación “millennial” fuera más allá de sólo redactar arengas en línea.

De acuerdo con el NYT, aunque buena parte de este ejército digital se contactó por medio de la plataforma Reddit,  su verdadero centro de operaciones se comenzó a gestar en Slack, una aplicación que facilita la conversación y el intercambio de información entre grupos de trabajo. Contrario al significado de esa palabra en inglés –que sugiere flojera, desidia, negligencia e inactividad–, Slack ha sido desde los primeros días la herramienta mediante la cual los voluntarios formulan sus requerimientos y obtienen guía, estímulo y retroalimentación.

Algo deben estar haciendo bien: Sanders lleva siete triunfos al hilo en las primarias, y pese a que aún está muy por abajo de la puntera Hillary Clinton, ya creó un efecto sicológico que ha vuelto a poner el reflector sobre una estrategia que parece haber superado a la que lanzó en 2008 el propio Barack Obama.

Así lo han puesto de relieve dos amplios textos publicados el pasado lunes por el sitio Politico y el portal de la revista Fast Company.  El primero, firmado por Nancy Scola, destaca el éxito de Sanders para convertir a “slacktivistas” con escaso involucramiento en trabajo de base en una formidable fuerza de operación hormiga capaz de haber realizado hasta el momento casi 50 millones de llamadas telefónicas de proselitismo.

Hábiles para la recaudación de fondos –que orgullosamente proclaman que no provienen de ningún multimillonario–, los voluntarios pro-Sanders continúan teniendo en Slack un aliado para coordinarse logísticamente, sin que ello le provoque un gasto adicional, pues emplean la versión gratuita de ese software lanzado apenas en 2013 que combina las mejores características del correo electrónico con las de mensajeros tipo WhatsApp.

El segundo artículo, firmado por Michael Grothaus, pone el acento en la creatividad de #FeelTheBern (juego de palabras que alude a “feel the burn”, sentir el calor), una etiqueta viral surgida de entre los adeptos de Sanders y no del equipo oficial de campaña, que ha complementado su estrategia de proselitismo en Twitter y Snapchat. Y de nuevo subraya la importancia de Slack para la toma de decisiones rápida y el debate de mejores propuestas.

Aunque Sanders no gane, sus fans habrán tenido el mérito de hacer que la campaña de Clinton se viera realmente de flojera.

marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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