José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

15 Abr, 2016

Tonterías antilibre comercio

Es de lamentar el tono proteccionista de las campañas presidenciales en EU, viendo sólo la pérdida de empleos que conlleva el libre comercio, medida contando las plazas que se esfuman cuando una empresa traslada sus operaciones a otro país.

Es el caso de la planta de Carrier, fabricante de aparatos de aire acondicionado, que cambia Indianápolis por Monterrey, con la pérdida de mil 400 empleos en EU. Ésta es una historia fácilmente reportable, basta entrevistar en TV a alguno de los despedidos con su familia frente a la casa que están por perder al quedar sin empleo. El problema de los proteccionistas es que su “análisis” allí termina. No se discute qué le pasaría a la empresa de no mudar su planta manufacturera. Recuerdo que cuando estábamos vendiendo las virtudes del TLC de Norteamérica hace 25 años, algo similar pasó con una planta de Zenith, a la sazón importante productor de televisiones.

Al entrevistar a su director sobre el porqué del cambio de Missouri a México, dijo que era la única forma de preservar la salud financiera de la empresa y salvar miles de empleos en EU que, de otra manera, se perderían con su quiebra. Hoy, Zenith produce alta tecnología como parte del grupo coreano LG Electronics.

Hay otros aspectos de los beneficios del libre comercio que sus detractores ignoran, porque hay una asimetría de percepción frente a casos como el de Carrier. Cuando se le pregunta al líder de Apple sobre su extraordinario éxito, presume su alta tecnología, pero nunca menciona la crucial importancia de sus exportaciones. Otro aspecto que los enemigos del libre comercio ignoran, al repetir como merolicos que sólo es útil para los ricos y sus transnacionales, son los enormes beneficios para los consumidores de tener acceso a productos de consumo de alta calidad, enorme variedad y precios bajos.

Los economistas del Instituto Peterson calculan que la ganancia para cada familia de EU desde el fin de la Segunda Guerra Mundial es de 10 mil dólares anuales, con un impacto relativo mucho mayor en elevar el nivel de vida de las familias pobres y de clase media.

La proporción que las familias gastan en comida, vestido, calzado y otros bienes domésticos cayó del 32.4% de su gasto anual en 1973 al 20.2% del correspondiente a 2013, lo que se traduce en ocho mil 156 dólares anuales que las familias pueden ahorrar o gastar en otros productos y servicios.

Lamentablemente desconozco si existe un cálculo comparable para México, pero el impacto positivo sobre el bienestar de las familias debe ser mucho mayor que en EU por la sencilla razón que las barreras proteccionistas en nuestro país antes de la apertura iniciada hace 30 años eran harto superiores.

Otros beneficios que ignoran los proteccionistas se deriva de la especialización a resultas de las distintas ventajas comparativas de los países que integran su comercio, como se aprecia en el caso de Norteamérica, donde de hecho tenemos una área productiva común en los tres países, pues los componentes de los productos se fabrican en el sitio que más conviene, elevando así la productividad común.

Todo esto no quiere decir que no haya empleos que se pierden en los países a resultas de la globalización, como también sucede con el avance tecnológico. Cada año se crean y se extinguen entre 16 y 18 millones de empleos en EU, además de los nuevos trabajos que surgen a consecuencia del crecimiento de la economía. De esa cifra sólo entre 2% y 3% se debe a mayor competencia externa, mientras que la proporción de ganancias a pérdidas del libre comercio calculada por el Instituto Peterson es de 20 a 1 en EU para el lapso 1947-2003. Se estima que este cociente de ganancias a pérdidas sería de 18/1 en el caso de la propuesta Alianza Transpacífica. Hay que esforzarse por repetir estas historias para contrarrestar los mitos que inventan los proteccionistas.

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