Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

18 May, 2016

Trending News

Facebook es el nuevo periódico de la vida. Gracias sobre todo a sus aplicaciones para dispositivos móviles, millones de personas se enteran ahí no sólo de las noticias nacionales e internacionales, o de deportes y espectáculos, sino de las que les incumben en lo personal y cotidiano.

Todo lo que publicamos en nuestras “biografías” (que muchos seguimos llamando “muros”) alimentan un abigarrado mosaico en el que nuestros amigos se enteran por igual de hechos trascendentes que de chismes triviales. Intercaladas aparecen las actualizaciones de conocidos y familiares, en los que reportan su estado de ánimo mientras publican videos y fotografías. En esta mezcla no pueden faltar los chistes en forma de meme o GIF, así como la publicidad dirigida.

Mucha gente se entera de la información periodística en la red social sin entrar al sitio web del medio que la comparte. De hecho, no se necesita estar suscrito a la página de alguna empresa informativa para conocer sus notas: basta con que nuestros amigos las posteen o compartan para no estar ajeno a los temas de moda. Es también frecuente que se den muchas más reacciones y debate de lectores en los post de Facebook que en la sección de comentarios de las publicaciones originales.

Manifestarse no es obligación: millones de personas dedican una hora diaria o más exclusivamente a revisar su “feis” sin publicar algo. Pero basta que hagan clic en un determinado enlace para que la red social sepa qué les gusta, y les haga llegar más contenido relacionado. No se trata de un hábito exclusivo de los millenials: personas maduras, acostumbradas toda su vida a la lectura de diarios impresos y a escuchar noticieros de radio y televisión, se van adaptando a esta modalidad.  

Se trata de un cambio de implicaciones muy profundas y que desde la academia ha sido advertido por Emily Bell, profesora de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, durante una conferencia ofrecida el pasado 2 de marzo en Cambridge con el sugerente título “El fin de las noticias como las conocemos: de cómo Facebook se tragó al periodismo”.

Con detallada argumentación, Bell reflexiona sobre cómo los medios tradicionales –que siguen siendo los principales generadores de contenidos periodísticos, para lo que invierten dinero que no recuperan en el modelo de gratuidad de internet– y los “nativos digitales” –como Buzzfeed, Vox y Fusion– han caído en una trampa que prácticamente les hizo perder el control de la distribución de sus contenidos.

Describe cómo, en una asociación de supuesto beneficio mutuo, las compañías tecnológicas ofrecieron a las empresas editoras mecanismos para facilitar la difusión de sus noticias (Discover, en el caso de Snapchat, e Instant Articles, por parte de Facebook). Así, los periodistas aceptaron jugar dentro de un ecosistema en el que estas compañías, junto con Apple, Google, Amazon y Twitter, cuentan con mayor capacidad para definir qué se publica, quién lo consume y, sobre todo, cómo se monetiza.

Esta nueva realidad empeora los problemas del modelo de negocios tradicional de las empresas informativas, pero le añade otros inconvenientes, de acuerdo con Bell. Ahora las noticias no son jerarquizadas en atención a valores como el interés público, sino que son filtradas por algoritmos cuyo funcionamiento es opaco. Derivado de esto, la llamada “social media” está adquiriendo un enorme poder político sin asumir la responsabilidad social que les correspondería. Como ejemplo cita a Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, quien no se ve a sí mismo como un editor porque piensa que la suya es una simple empresa de tecnología.

Esa imagen, sin embargo, quedó en entredicho con la nota publicada el 9 de mayo por Michael Nunez en el portal Gizmodo, en la que reveló que la sección Trending News de Facebook (disponible sólo en países de habla inglesa) no se genera algorítmicamente ni de acuerdo con la medición de tráfico en internet, sino que es seleccionada por curadores de noticias que deliberadamente excluyen información relacionada con políticos estadunidenses de derecha. De la misma forma inflan artificialmente la popularidad de notas duras para dar la impresión de que se conversa sobre temas no triviales y evitan que textos relacionados con el propio Facebook entren a la lista.

Zuckerberg prometió investigar la denuncia y, por lo pronto, se prevé que hoy aclare el punto con comentaristas conservadores como Glenn Beck y Dana Perino. Hará falta algo más que esa reunión para sacudirse el calificativo de tendencioso.

marco.gonsen@gimm.com.mx

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