Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

22 Jun, 2016

Sonic

La mosca de la fruta es cliente habitual de los experimentadores en genética. Con el nombre científico Drosophila melanogaster constituyó el instrumento para que la bióloga alemana Christiane Nüsslein-Volhard y su colega estadunidense Eric Wieschaus ensayaran en los años 70 sus hipótesis sobre el desarrollo embrionario, labor por la cual serían reconocidos con el Premio Nobel de Medicina en 1995.

Ambos especialistas trabajaron con ese insecto porque dos terceras partes de sus genes eran similares a los del ser humano, lo que contribuiría al estudio y tratamiento de enfermedades congénitas. Al modificar genéticamente las moscas lograron mutaciones que les dieron pretexto para darles nombres divertidos, según la forma que adoptaran: lisiadas, con forma de pepino. La manipulación de uno de sus huevos provocó que a uno de estos dípteros le crecieran espinas en el cuerpo.

Debido a ese efecto colateral, aquella proteína y su respectivo gen fueron apodados hedgehog (erizo, en inglés),  de los cuales existen tres variantes u homólogos entre los mamíferos. Los dos primeros fueron bautizados como indian hedgehog y desert hedgehog, en referencia a dos variedades de erizos originarios de la India y de climas áridos.

Del tercero, sonic hedgehog, que a la postre ha sido el más estudiado, supimos su nombre gracias a un artículo científico publicado en diciembre de 1993 bajo la firma de Robert D. Riddle, Randy L. Johnson, Ed Laufer y Cliff Tabin, del Departamento de Genética de la Escuela de Medicina de Harvard, en Boston. Titulado “Sonic hedgehog mediates the polarizing activity of the ZPA”, el sujeto del estudio no aludía esta vez a una especie de erizo real... sino a uno proveniente del mundo de los videojuegos.

La ocurrencia de llamarlo así —como reveló The New York Times en una nota publicada el 11 de enero de 1994— fue obra de Robert Riddle, becario de posdoctorado que trabajaba bajos las órdenes del doctor
Tabin, quien ofreció detalles una década después en la revista estudiantil The Murmur Weekly: Riddle tomó el nombre de Sonic de una historieta que estaba leyendo su hija de seis años, y pensó que designar así al gen era apropiado para un grupo de investigadores que tenían fama de irreverentes.

Sin embargo, esta innovación en el protocolo de la nomenclatura no simpatizó a muchos de sus colegas que condenaron esta forma de trivializar la ciencia seria. Y aunque hubo quienes clamaron por cambiar el nombre, existen varios libros de biología dedicados a explicar la molécula que rinde homenaje al personaje central de Sonic The Hedgehog, el videojuego lanzado el 23 de junio de 1991 por la firma nipona Sega para la consola que en Japón era conocida como Mega Drive, pero que en Estados Unidos –curiosa ironía– se llamó Genesis. 

Diseñado por un equipo integrado por los programadores Naoto Ōshima y Yūji Naka, el erizo azul que corre a la velocidad del sonido estaba llamado a ser la mascota con la cual Sega competiría al tú por tú con el Mario de Nintendo (de hecho, fue el finalista de un concurso interno entre empleados para encontrar esa emblemática figura). Otro dato peculiar es que no siempre se llamó Sonic.

Según revela Blake J. Harris en el libro Console Wars: Sega, Nintendo and the battle that defined a generation (Harper Collins, 2004), el primer nombre del erizo era Mr. Needlemouse y su diseño inicial ­japonés —agresivo, con colmillos afilados, un collar de púas y una guitarra eléctrica—, no safistizo en un principio al presidente de Sega en Norteamérica, Tom Kalinske, un hombre cuyo currículum incluía la resurrección de la muñeca Barbie y el éxito de la línea de juguetes He-Man. “Hagamos de este punk un ícono global”, se propuso Kalinske. Y lo logró.    

De acuerdo con Harris, Sonic fue diseñado para reflejar el espíritu estadunidense de la época de los noventa: un héroe cuya personalidad capturara la indiferencia cínica de un Kurt Cobain, la arrogancia graciosa de un Michael Jordan y la actitud de “¡vamos a hacerlo ya!” de un Bill Clinton que se convertiría en presidente de Estados Unidos dos años después del lanzamiento del juego.

La casualidad quiso que el incansable corredor Sonic cumpla mañana 25 años, justo cuando otra Clinton, Hillary está en la carrera por la Casa Blanca. Qué mejor ejemplo de sus buenos genes.

*marco.gonsen@gimm.com.mx

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