Adina Chelminsky

Aprendiz de brujo

Adina Chelminsky

15 Jul, 2016

El documento más importante de tu empresa

La primera vez que escuché la frase “acuerdo de socios” fue hace más de una década en una plática de Warren Buffett, quien se refería hablando a una empresa valuada en cientos de millones de dólares. Su plática se refería a cómo la falta de un “shareholders agreement” en cierta empresa muy rentable había llevado al acabose a la empresa… Siempre asumí que éste era un documento que se requería sólo para las enormes empresas.

Corte a diez años después. Iniciando un nuevo negocio. Con socios. Me doy cuenta que un “acuerdo de accionistas” no es un documento para realizarse en el momento en que los estados financieros tienen muchos ceros en el renglón de las utilidades, sino justamente en el momento contrario: cuando las empresas están empezando.

DE TODOS LOS DOCUMENTOS QUE PUEDE Y DEBE TENER UNA EMPRESA QUE TIENE MÁS DE UN DUEÑO ES EL ACUERDO DE ACCIONISTAS (llámalo con el nombre que quieras).

PRESCINDIR DE ÉL ES COMO CONSTRUIR UNA CASA SIN CIMIENTOS

(Y no, las mayúsculas anteriores no son porque se apretó el botón de la computadora, sino porque quiero enfatizar en el punto).

Una gran parte de los emprendedores inicia en sociedad. Ya sea por coincidencia de ideas, por proyectos ideados en común o por necesidad. Las sociedades indudablemente le dan fortaleza a las empresas (dos cabezas piensan mejor que una y cuatro manos trabajan mejor que dos) pero también presentan retos especiales.

Los cuentos de hadas empresariales narran la historia de dos o más socios que se conocen, tienen una idea genial, hacen un negocio y se vuelven millonarios. Casi tan romántico como una historia de amor. Un acuerdo de accionistas, en este mundo, debería ser solamente el documento para cimentar el éxito.

Pero, al igual que en el amor, la realidad es muy diferente. Después de la idea genial viene la vida cotidiana en donde entran en acción los créditos, la ventas no realizadas, la falta de liquidez, el exceso de trabajo, el asignar culpas, los diferentes estilos de trabajo. Detalles que, si no se manejan de la manera correcta, pueden hacer fracasar a cualquier empresa. Éstas son justamente las razones por las que un “acuerdo de accionistas”, realizado desde el inicio de la vida de la empresa, es tan necesario: permite prever los problemas, o puntos de roce, más comunes y establecer los parámetros de acción y mecanismos de solución para los problemas que se puedan enfrentar.

Más allá de los estatutos que se establecen en el acta constitutiva de cualquier empresa (en donde se asignan derechos y poderes a cada socio) existe la necesidad de tener un documento en donde se especifiquen los detalles de la relación entre los socios y en su actuar respecto de la empresa, así como los mecanismos de resolución en caso de existir una falta de acuerdo o algún conflicto.

Este documento debe ser leído, aprobado y firmado por todos los socios para que pueda existir una congruencia en el actuar en beneficio de la empresa.

El documento es particularmente importante en las sociedades en donde existe, además, una relación personal entre los socios. Sean amigos, parientes, esposos… y donde cualquier problema mal manejado puede dar al traste no sólo a la empresa, sino a toda una relación personal.

Entre los detalles que se deben tratar y desglosar en dicho acuerdo:

Desglosar las políticas de gasto, las políticas de descuentos, las políticas de contratación, las políticas de reparto de utilidades (para el lejano día en que hayan), las políticas para aportar capital, para solicitar créditos, para vender las acciones, etcétera. En fin, todos los detalles que tienen que ver con la operación de la empresa.

Además, se deben sentar las bases para solucionar situaciones no contempladas en el acuerdo y métodos de mediación en caso de existir algún problema.

El mejor momento para hacer este documento es cuando todo es, todavía, color de rosa y la buena voluntad permite realizar acuerdos más objetivos y congruentes.

Cómo bien dice también Warren Buffett: Cuando baja la marea es el peor momento para darte cuenta de que no tienes traje de baño.

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