José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

2 Sep, 2016

¿Bancos centrales impotentes?

Varios lectores me pidieron ampliar lo escrito la semana pasada sobre la misión y los retos que enfrentan los bancos centrales en esta era de la economía globalizada.

Hay un enfrentamiento ideológico entre quienes presionan a los bancos centrales a mantener tasas de interés de cero o negativas y quienes creen que “en muchos países el activismo de la política monetaria ha llegado a su fin,” como afirmó Agustín Carstens del Banxico en el simposio anual de banqueros centrales, académicos y periodistas en Jackson Hole, Wyoming, hace unos días.

“A muchos bancos centrales se les está pidiendo que hagan cosas que  no pueden hacer. Los bancos centrales pueden intentar combatir la deflación… pero no pueden generar crecimiento (económico)”, dijo en la misma reunión aludida Randy Kroszner, exgobernador de la Fed y maestro en la Universidad de Chicago.

Al centro del debate está la posición neo-keynesiana que sustenta que la única forma de retomar la senda del crecimiento económico rápido y sostenido es con mayor gasto deficitario e inyectando más dinero a la economía, mientras que en el otro lado se ubican quienes creemos en la necesidad de remover obstáculos que impiden el crecimiento, como la excesiva regulación estatal en todos los ámbitos.

Para que el déficit fiscal y mayor oferta monetaria se conviertan en aumentos en la demanda por bienes y servicios o en más inversión, se requiere que tales recursos se gasten, lo que no está pasando, pues el dinero emitido ha quedado como reserva líquida en los bancos, mientras que su contraparte, los papeles de deuda comprados por los bancos centrales, han hecho estallar su balance con graves riesgos futuros.

De esta forma, como afirma Jerry Jordan (New Monetary Framework ) “…en el mundo de hoy, con exceso masivo de reservas en el sistema bancario… la creación de dinero se ha vuelto una función de la demanda por préstamos y de los valores que se ofrecen a los bancos” y no de la facultad del banco central de imprimir dinero.

Esto explica por qué repetidos episodios en que los principales bancos centrales han bajado sus tasas de interés a cero o a territorio negativo, y han recurrido a dosis de laxitud cuantitativa, no han estimulado ni la demanda agregada ni el crecimiento económico.

¿Qué opinan los neokeynesianos como Paul Krugman, Larry Summers y Joe Stiglitz? Que los paquetes de estímulo adoptados han sido modestos y que hay que aumentarlos mucho más, al tiempo que Summers habla del riesgo de un “estancamiento secular de la economía mundial,” que significa que en la medida que se extinguen oportunidades de inversión productiva el crecimiento se esfuma.

Entre los opositores a la ortodoxia monetaria hay elementos bastante peores que los neo-keynesianos citados, que asistieron a protestar a Jackson Hole. Se trata del movimiento Fed Up —hartos de la Fed— que no sólo se opone a que el banco central eleve tasas de interés, sino que exige que la política monetaria se diseñe para crear empleo en las comunidades de población negra e hispana.

Los activistas del Fed Up, —integrado por líderes sindicales y comunitarios, enemigos de la economía de mercado y de la globalización—  exigen “un banco central para el pueblo,” atender a “nuestras comunidades (que) están todavía en profunda recesión” y políticas que “permitan que nuestros salarios aumenten”.

El choque entre autoridades financieras y fogosos populistas en EU no es nuevo. Basta recordar el famoso discurso de W. Bryan
Jennings
, candidato presidencial en 1896 (http://historymatters.gmu.edu/d/5354/), denunciando el patrón oro y exigiendo la libre acuñación de plata para generar inflación que limpiara las deudas de los campesinos, entonces el 50% de los trabajadores. ¡Las tonterías nunca mueren sólo se reciclan!

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube