Los empleados tienden a seguir a sus jefes a la hora de votar

Las preferencias políticas de los directores de empresas influyen en las decisiones electorales de sus trabajadores
Actualidad -
 Es claro que la influencia de las preferencias políticas del director general y otros altos ejecutivos en la gente que trabaja para ellos merece mayor escrutinio. Foto: Reuters
Es claro que la influencia de las preferencias políticas del director general y otros altos ejecutivos en la gente que trabaja para ellos merece mayor escrutinio. Foto: Reuters
A fines del mes pasado, el director general de Apple, Tim Cook, organizó un acto de recaudación de fondos para Hillary Clinton, en Los Altos, California, junto con su colega Lisa Jackson, vicepresidente de las iniciativas ambientales, de política y sociales de Apple
 
La asistencia al evento, que fue privado y estuvo alejado de las cámaras, requería un donativo de 2,700 a 50,000 dólares.
 
 
Aunque Cook actuó ahí en calidad de ciudadano privado -no fue un evento oficial de Apple-, es muy claro el mensaje que reciben sus empleados acerca de por quién va a votar.
 
La influencia de los directores generales como Cook en las inclinaciones y los donativos políticos de sus empleados, sea intencional o no, es substancial: podría no ser una exageración decir que las tendencias políticas de un director general son uno de los factores más significativos que inciden en lo que piensan los empleados sobre las elecciones.
 
Los resultados de un reciente estudio académico sobre el poder de los directores de empresas sobre las tendencias políticas de sus empleados son asombrosos y quizá un poco inquietantes.
 
Tres profesores de administración se dispusieron a examinar “cómo afectan las preferencias políticas de los directores de empresas las contribuciones de campaña y las decisiones electorales de sus empleados”. 
 
Los resultados del estudio, que examinó ocho ciclos de elecciones federales de 1999 a 2014 y más de 2,000 empresas, muestra una relación estadísticamente significativa entre las contribuciones de campaña hechas por los jefes y las de los empleados, así como la participación electoral. 
 
El estudio encontró que “los empleados dirigen aproximadamente tres veces más aportaciones de campaña a los candidatos políticos apoyados por el director de su empresa que a otros candidatos similares”.
 
Si usted está pensando que los directores y los empleados votan siguiendo una línea partidista similar porque comparten valores e intereses, piénselo bien.
 
El estudio descubrió tendencias que muestran que la influencia del director es profunda: 
 

Cuando un nuevo director general contribuye a candidatos políticos diferentes de los que apoyaba el director anterior, los empleados tienden a seguir su ejemplo y cambiar también el destino de sus donativos”, señalan los profesores autores del estudio, Ilona Babenko de la Universidad Estatal de Arizona, Viktar Fedaseyeu de la Universidad Bocconi de Italia y Song Zhang de la Universidad de Lugano en Suiza.
 
En la mayoría de los casos, no hay nada inherentemente malo en que un director de empresa o un empleado recaude dinero para un candidato o partido en particular. 
 
Vale la pena señalar que Cook contribuye con ambos extremos del espectro: en junio organizó un acto de recaudación a favor del presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan.
 
Pero no debe de subestimarse la influencia de las inclinaciones políticas del jefe. 
 
“Nuestras evidencias indican que los directores generales son una fuerza política, con implicaciones potencialmente importantes para las empresas que manejan y para la naturaleza de la democracia”, observan los autores. 
 
Las implicaciones en el bienestar dependen tanto de que los directores de empresa promuevan su propia agenda política como de que actúen en interés de la empresa, así como si los intereses de la empresa coinciden con los intereses de sus empleados".
 
Algunos directores no se limitan a poner el ejemplo. Algunos solicitan activamente donativos de sus empleados para los candidatos y los comités de acción política patrocinados por la compañía, lo cual puede suscitar un buen número de cuestiones éticas. 
 
La Comisión Federal Electoral, por ejemplo, está investigando la forma en que Robert Murray, director general de Murray Energy, ha solicitado donativos políticos a sus empleados a través del correo electrónico y de videos internos. Algunos empleados declararon a The New Republic que se sentían presionados para donar, por miedo a perder su empleo de no hacerlo. A fin de cuentas, la Comisión Federal Electoral encontró que Murray no había violado ninguna ley.
 
Empero, los riesgos - y la complicada serie de leyes electorales- hacen que la recaudación de fondos con fines políticos sea una empresa complicada para el ocupante de la oficina principal. 
 
El efecto potencialmente coercitivo de pedirle donativos a un empleado aconseja evitar del todo esa situación”, asegura Harvey Pitt, ex presidente de la Comisión de Valores y Bolsa y jefe de Kalorama Partners, empresa de consultoría en Washington. 
 
“La alternativa lógica _ tener una responsiva sólida y clara _ en realidad no da resultados, pues muchos empleados no creen en las responsivas, por muy sólidamente que estén redactadas”.
 
Tony Fratto, que fuera asistente del presidente George W. Bush y que ahora maneja la firma de consultoría Hamilton Place, se manifestó en profundo desacuerdo con la idea de que los directores de empresa deben mantenerse al margen de la arena de las campañas políticas.
 
“No dudo que algunos empleados sientan la presión de alinearse políticamente con su director general, pero mi experiencia es que, en la mayoría de los casos, tanto los directores como los empleados son influidos arrolladoramente por las opiniones o el historial de votación del candidato en temas de la industria”, afirma. 
 
“Yo exhortaría a las empresas a actuar más para informar a sus empleados de todos los niveles sobre el historial de los candidatos políticos en políticas clave. De hecho, pienso que no se hace lo suficiente”.
 
Alexander Hertel-Fernandez, profesor de la Universidad Columbia, encontró en un sondeo realizado por él mismo que “la cuarta parte de los empleados informaron que sus jefes habían tratado de atraerlos a la política”. 
 
Pero señala que “aproximadamente 7% de los empleados habló de contactos en el trabajo de naturaleza claramente coercitiva: mensajes que hacían que los empleados se sintieran incómodos o con amenazas de cerrar la planta, de reducir las horas de trabajo o de despedir trabajadores”.
 
En este ciclo electoral, parece que muchos directores de empresa, especialmente en Wall Street, han optado por ser menos públicos respecto del candidato que apoyan en la contienda presidencial. 
 
Quizá porque los recuerdos negativos que quedan de la crisis financiera o porque esta campaña presidencial ha resultado especialmente desagradable, muchos ejecutivos se han mantenido al margen.
 
En junio, Brian Krzanich, director general de Intel, canceló un evento en su casa en favor de Donald Trump, cuando se informó que el acto había causado gran alboroto entre los empleados de Intel y sus colegas en otras empresas de Silicon Valley, que consideran que las políticas de Trump son nocivas para la industria informática en general. 
 
Krzanich explicó después que había cancelado el evento porque se había convertido en un acto de recaudación de fondos sin su aprobación. 
 
No tengo la intención de apoyar a ningún candidato presidencial. Estamos interesados en llevar a las dos campañas a un diálogo abierto en temas de tecnología”, señaló en Twitter.
 
Cuando se trata de elecciones presidenciales, algunos ejecutivos admiten en privado que les preocupa que haya represalias contra su negocio o su industria si fueran a hacer campaña activa en favor de uno u otro candidato.
 
Es muy alto el riesgo de aparecer en público en contra de un político determinado, particularmente si ese político va a tomar medidas de represalia”, advierte Brian Richter, profesor asistente de la Universidad de Texas en Austin.
 
Eso no impidió que 150 ejecutivos de empresas de tecnología suscribieran una carta abierta en julio en contra de las políticas de Trump. En la lista de signatarios aparecen los jefes de los consentidos de Silicon Valley, como Slack y Box, pero notablemente no aparecen los directivos de Google, de Apple o de Facebook, que por lo general son los que se enfrentan al escrutinio regulatorio más severo.
 
Es claro que la influencia de las preferencias políticas del director general y otros altos ejecutivos en la gente que trabaja para ellos merece mayor escrutinio. 
 
Mientras tanto, si bien es difícil saber cómo van a votar los individuos cuando jalen la palanca en noviembre, quizá un nuevo renglón en las encuestas de opinión podrían ser las preferencias políticas de sus jefes.
 
kgb 
Tips para tus finanzas personales directo en tu correo.
Al registrarme acepto los términos y condiciones

  TAGS

Taboola
Icono de te puede interesar de en dineroenimagen

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR