David Páramo

Análisis superior

David Páramo

4 Nov, 2016

¿Será?

Cada director general de Pemex desde la década de los ochenta del siglo pasado básicamente hace las mismas promesas: que ahora sí serán la locomotora de la economía nacional, que acabarán con la corrupción y que de la mano de los trabajadores se dará esta transformación.

Ayer José Antonio González Anaya presentó el plan de negocios de Pemex 2017-21. Como sus antecesores se quejó de las complicaciones que tienen por ser la única empresa que tiene un carácter sistémico o las muchas dificultades que plantea su condición como vaca lechera del gobierno mexicano.

¿Algo cambió? Tal vez el contexto en el que se presenta el primer plan de negocios que, según definieron, tiene como objetivo central la rentabilidad podría ser la gran diferencia.

Pemex no es más una paraestatal a la que se le fijaba precio y cuota de producción, vinculada a los caprichos políticos sino ahora una empresa productiva (hasta el momento improductiva) del Estado que ahora sí debe regirse bajo criterios de rentabilidad.

La propia figura de Anaya que, sin lugar a dudas, logró la transformación financiera del IMSS y del que he señalado que es el funcionario más capaz dentro del sector hacendario para hacer este tipo de reestructuraciones financieras y en materia de transparencia.

Los números al arranque de su administración le avalan. El riesgo Pemex ha disminuido de los 300 a los 148 puntos base en lo que va del año.

Se terminó con la práctica indebida de financiarse con los proveedores. Cuando González Anaya llegó se debían 148 mil millones de pesos, los cuales ya han sido puestos al corriente.

Durante las administraciones anteriores Pemex simple y sencillamente usaba a los proveedores como una suerte de rehén al que chantajeaban y explotaban a su antojo. Le daban contratos y pagaban cuando querían u ofrecían operaciones supuestamente de factoraje que se prestaban a una gran corrupción.

El efecto sistémico se expandió hacia otras empresas como lo demuestran los datos de Banco de México y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores sobre el financiamiento de proveedores como la vía principal para las empresas mexicanas.

PROMESAS

El director de la empresa (in)productiva del Estado jugó bien con las cifras señalando que ya lograron superávit primario. Una traducción sería que si no tuvieran que pagar intereses estarían en el terreno positivo... En ese camino, pues también podrían decir que si no debieran dinero o el precio de la mezcla mexicana fuera de 200 dólares por barril serían la empresa más rentable del mundo.

Muchas veces tuvo que decir que las finanzas se estabilizarían el año próximo y que se regresaría a los números negros, en algún momento a partir de 2019. La traducción podría ser que van a parar la sangría y, con suerte, podrían cumplir con el objetivo de rentabilidad en algún momento en el futuro, cuando es poco probable que esta administración esté.

Uno de los temas que llamó la atención es el intento de cerrar puertas a la corrupción. Pemex es el comprador más grande el país y adquiere el 85% de sus bienes y servicios por asignación directa lo que, como se ha demostrado, es una súper avenida para la corrupción y los sobreprecios.

Ahora prometió que disminuirán el monto a 27% de las adquisiciones, puesto que en algunos casos sólo hay uno o dos proveedores en el mundo.

Hay que reconocer que las compras consolidadas en el IMSS lograron una gran disminución en el costo, lo cierto es que se dejaron puertas abiertas a la corrupción como las que he documentado en esta columna bajo esquemas de colusión y otras violaciones a las leyes de competencia y compras de gobierno en las cuales participan distribuidoras, laboratorios, comercializadoras y funcionarios del instituto que encabeza Mikel Arriola.

Habrá que ver en un mes aproximadamente cómo resulta la licitación del campo Trión, un proceso de 11 mil millones de pesos, en el que, por primera vez en la historia, se hará una licitación sobre las nuevas bases en las cuales se busca evitar que se utilicen pretextos para que ganen los “favoritos” de algunos empleados de Pemex.

Si esta licitación sale razonablemente bien, pues habrá que comenzar a tener alguna esperanza si, junto con eso, se cierran las puertas al efecto cucaracha que se dio en el IMSS.

Sobre la relación con los trabajadores es un hecho que algo se ha avanzado en la gestión de González Anaya, puesto que se han reducido en 40% los altos mandos que, si bien son los de mayor salario, no son el grueso del problema puesto que el tema de fondo es el exceso de personal sindicalizado.

Habrá que ver si realmente atienden ese asunto y si Carlos Romero Deschamps sigue pensando que González Anaya es su amigo.

El director de Pemex dijo que es una oportunidad histórica, en buena medida por la Reforma Energética, pero no ha sido el único. Así que hasta no ver, no creer.

RIDÍCULOS

Lía Limón y Zoé Robledo, presidentes de las comisiones de Radio y Televisión del Senado, deberían ocuparse de cosas más importantes. Como usted sabe, estos legisladores buscan 5 minutos de fama tratando de prohibir las llamadas narcoseries. Sin embargo, se trata de contenidos que cumplen con todas las regulaciones y principios legales. Sería conveniente que este par de legisladores se pongan serios y dejen a un lado sus ocurrencias.

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