David Páramo

Análisis superior

David Páramo

23 Nov, 2016

Violencia irracional

Es francamente absurda la posición de la mayoría de los políticos y amplias capas de la sociedad sobre la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, así como las consecuencias que podría tener para la economía.

El lunes se reunieron tres gobernadores del PRD que se autonombraron progresistas, cualquier cosa que eso sea, y además de sus grillas internas convocaron al país para hacer un frente en contra de Trump.

No es muy diferente a lo dicho por el despistado secretario de Desarrollo Económico de la Ciudad de México, Salomón Chertorivski, quien ha hecho una exótica convocatoria para proteger a los habitantes de la capital del efecto del Presidente electo de Estados Unidos.

Hoy ni siquiera vale la pena detenerse en los ridículos legisladores que se disfrazaron de gruppies de Hillary Clinton y no han tenido la decencia de reconocer que pisotearon no sólo a la Doctrina Estrada, sino al sentido común y la decencia política.

Los mismos que se quejan del discurso que califican como furibundo, xenofóbico, irracional, equivocado y cualquier cantidad de epítetos exagerados por el miedo y la cobardía de quien se asume como débil, en lugar de utilizar medidas diplomáticas de apaciguamiento e inteligencia, han decidido que es momento de enfrentarse a Trump.

¿QUÉ QUIEREN?

Desde la frívola canciller, Claudia Ruiz Massieu, hasta cualquier otro despistado que hable de enfrentarse al Presidente electo de Estados Unidos, debería responder algunas preguntas.

Primero. ¿Hasta dónde se está dispuesto a llegar? Algunos quieren revivir la mítica acción de Juan Escutia que, en caso de ser cierta, tampoco evitó la caída del Castillo de Chapultepec o que esa bandera quedara en manos del ejército de Estados Unidos.

Parecería que nadie se ha puesto a considerar cuáles serían las consecuencias de una guerra política y comercial con Estados Unidos.

Se sabe de cierto que el TPP está muerto y que México tendrá que renegociar el TLCAN, lo que hubiera ocurrido con cualquiera de los dos contendientes a la Presidencia de aquel país. Bien señala el BID que se trata de un documento viejo que se debe renovar. No se vale perderse en vericuetos semánticos como el del presidente Enrique Peña Nieto de que no se renegociará, sino que se modernizará el TLCAN, puesto que es tan absurdo como irracional.

El Presidente electo de Estados Unidos tiene gran claridad sobre qué busca de la política comercial. Como señaló en su video del lunes: “Mi agenda estará basada en un principio básico sencillo: Poner a América primero”.

Segundo. ¿Gobierno y empresarios mexicanos saben qué quieren de esta renegociación? Parecería que muchos están tan ocupados teniendo acceso de pánico o jugándola de profetas del nuevo Hitler que se han olvidado del pensamiento práctico.

Hasta donde pueden verse las declaraciones de los políticos y empresarios mexicanos parecería que hasta el momento se habla únicamente en términos de unidad, de mantenerse en una fase de negación o de realismo mágico, según la cual nada va a cambiar. Les tengo una pésima noticia: El mundo ha cambiado.

Así como en la década de los 80 y principios de los 90 del siglo pasado, la apertura comercial y la integración de los pueblos era la corriente dominante, hoy el péndulo está del otro lado y los que no logren adaptarse terminarán muriendo como si fueran dinosaurios.

Hasta el momento nadie ha tenido la visión de qué busca México. El filósofo Séneca estableció que no hay buen viento para el velero que no sabe a dónde va.

Por ahí se han planteado algunos esbozos reactivos como los del secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, de que ante el fin del TPP México buscará acuerdos bilaterales con las naciones que integran hasta el momento ese acuerdo comercial.

DIVERSIFICACIÓN

Tercero. ¿Alguien ha pensado en diversificación y fortalecimiento del mercado interno? Hasta el momento sólo se han presentado algunos enunciados que si no pasan a la acción son un inútil derramamiento de saliva.

Es necesario entender que la nueva realidad del mundo tiene que ver con un efectivo fortalecimiento del mercado interno, no las campañitas ridículas en las redes sociales que hablan de comprar sólo productos nacionales.

Se requiere tener claro qué debe buscar el país y, en realidad, no es muy diferente a lo que llevó a Trump a la Presidencia de aquel país. Ha llegado el momento de hacer grande a México, lo que comienza por dejar de atenernos a la suerte de otra nación.

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