David Páramo

Análisis superior

David Páramo

24 Nov, 2016

Cofece vs. la competencia

Carlos Mena Labarthe es un gris funcionario de la Comisión Federal de Competencia Económica. Uno de esos individuos que, desde el anonimato, pueden causar un gran daño a más de un sector de la economía nacional.

Este hombre, quien evidentemente tiene un conocimiento de la aviación tan profundo como cualquier otro pasajero, debe ser visto como el agente cero en la crisis entre la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, con el Departamento de Transporte de Estados Unidos, así como en el eventual descarrilamiento de la alianza entre Delta y Aeroméxico.

En la dependencia que mal preside Alejandra (le gusta que sus amigos le digan Jana) Palacios, este hombre encabezó el equipo de investigadores que básicamente se dedicaron a hostigar a las líneas aéreas y al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México con documentos inútiles que, en su inmensa mayoría, no sirvieron para las redadas que hizo en el sector de la aviación.

Primero fue la investigación sobre supuestas prácticas monopólicas de Aeroméxico por sus relaciones comerciales con Aeromar y Delta. Más tarde sumó a Volaris, VivaAerobús e Interjet.

Casi simultáneamente lanzó una segunda redada bajo el principio de que había corrupción entre las líneas aéreas y las autoridades del AICM para la asignación de slots.

El estudio preliminar, que sólo puede ser considerado como bastante malo, fue tomado como base por el Departamento de Transporte de Estados Unidos para exigir la entrega de 30 slots para autorizar la alianza entre Delta y Aeroméxico. Ambas empresas han manifestado que se trata de condiciones excesivas y que, en el extremo, podrían hacer que la transacción tuviera que ser desechada con el detrimento no únicamente a las empresas sino a la aviación nacional en general.

La SCT ha señalado que el acuerdo bilateral en materia de aviación fue firmado por México en el entendido de que su homólogo no pondría condiciones excesivas para la alianza entre ambas empresas.

AICM

La investigación preliminar de la Cofece, que se presentó en abril,  jamás logró demostrar que hubiera corrupción entre las líneas aéreas y los funcionarios de la terminal aérea; sin embargo, recriminó al AICM por no sancionar a las líneas aéreas por el uso de los slots, ya que, en su opinión, el proceso les parece opaco.

Seguramente usted recuerda que esto desató una fuerte disputa entre la comisión que mal encabeza Palacios y la dependencia comandada por Gerardo Ruiz Esparza, en la cual tuvo que mediar la Presidencia de la República.

Si la Cofece no pudo probar la supuesta corrupción, lo menos que debieron haber hecho hubiera sido ofrecer una disculpa, puesto que, directamente, dañaron la reputación de empresarios y funcionarios.

MALINCHE

Un mes después, la Cofece condicionó la alianza entre Delta y Aeroméxico si entregaban ocho pares de slots en el AICM, confiados en que la autoridad de Estados Unidos tomaría una resolución más o menos similar.

Como le informé oportunamente, la resolución del Departamento de Transporte de Estados Unidos afectaría la conectividad entre México y Estados Unidos o impediría la alianza internacional.

Están documentadas reuniones entre Palacios y algunos otros funcionarios de la Cofece con miembros del DOT, con la intención, por parte de los mexicanos, de influir en la decisión, lo que resulta paradójico, puesto que, según la mala presidente de la comisión, ellos sólo tienen que ver con temas de competencia y no de transporte. En el menos malo de los casos, se trata de una incongruencia.

La actitud, digna de la Malinche, tiene que ver con la creencia de Palacios acerca de que no hay competencia en la aviación nacional y busca que sea el gobierno de Estados Unidos el que haga el trabajo, violando la soberanía nacional.

DESCONTROLADA

La actual gestión de la Cofece está total y absolutamente fuera de control, cuando no están perdidos en discusiones de escritorio que podrían parecer la determinación de cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler y eso cómo afecta al mercado de los alfileres, se dedican a inflar temas como las presuntas prácticas monopólicas de los taxistas de los aeropuertos (¿por qué no de las terminales de autobús?).

La actuación de la Cofece tiene que ver con una suerte de soberbia institucional, mezclada con una profunda incapacidad de su junta de gobierno en detrimento de la competencia en el país y, por lo tanto, de los consumidores.

Mucho tiempo tendrá el país para arrepentirse de los errores que hoy son la moneda de cambio en la Cofece.

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