Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

30 Mar, 2017

¿Qué propondrán los candidatos a los electores? ¿Mentiras, sólo mentiras?

Por supuesto; también, téngalo por seguro, promesas incumplibles y en un descuido, el paraíso terrenal y entradas gratuitas para todos. ¿Recuerda usted el bolero aquél, hecho famoso por El Pirulí, del compositor Armando Domínguez? Su título: Miénteme, y dice así:

Voy viviendo ya de tus mentiras, sé que tu cariño no es sincero; sé que mientes al besar, y mientes al decir “te quiero”, me conformo porque sé, que pago mi maldad de ayer.

Siempre fui llevado por la mala, es por eso que te quiero tanto; más si das a mi vivir, la dicha con tu amor fingido,

miénteme una eternidad, que me hace tu maldad feliz.

¿Y qué más da?, la vida es sólo una mentira.

Miénteme más, que me hace tu maldad feliz.

No encuentro, por más intentos que he hecho a lo largo de muchos años de buscar y rebuscar, algo que sintetice de manera brillante y objetiva la relación perversa y cómplice entre los electores mexicanos y el candidato que todo promete, y nada cumple, mejor que esta canción.

Ambas partes saben, que nada de lo prometido será cumplido, pero ¿eso qué importa? Lo importante es otra cosa, dicen el uno y los otros; lo que queda, al final del día, es esa bonita sensación de la promesa; de esa experiencia la cual, aun cuando sea una mentira o una exageración que ofende la inteligencia, le llega al elector, le toca las fibras más sensibles porque, al final de cuentas, ¿qué es y para qué es la política?

De ahí la genialidad de don Armando Domínguez cuando escribió: ¿Y qué más da?, la vida es sólo una mentira. Miénteme más, que me hace tu maldad feliz.

Esto que tan bien escribió el uno y cantó mejor el otro, será repetido una y otra vez en cada mitin, en cada reunión temática y en cada cierre de campaña durante los procesos electorales en Coahuila, Estado de México, Nayarit y Veracruz.  Y el año próximo, ¡prepárese!, en todo el país.

Lo anterior, ¿molesta a los analistas políticos? ¡Sí! ¿Y a los que desprecian a los jodidos porque, dicen, se dejan engatusar por quienes les mienten burda y ofensivamente? ¡También!

A ellos y a muchos otros molesta, no lo dude, eso de Miénteme más, que me hace tu maldad feliz; sin embargo, por más exorcismos y conjuros que practican para desaparecer a los candidatos mentirosos y a sus electores cómplices, ambos ahí siguen: unos con sus mentiras y promesas incumplidas, y los otros, con ¿su ingenuidad y su conveniencia?

Por otra parte, a los millones de electores que campaña tras campaña van por gusto o acarreados a los cientos o miles de mítines, les tiene muy sin cuidado lo que aquéllos piensen; es más, sus señalamientos de ignorantes, acarreados y pedigüeños les tienen sin cuidado, y para más molestia de aquéllos, esas opiniones y burlas se las pasan por El Arco del Triunfo.

Lo anteriormente dicho, tanto de la política mexicana como de sus electores y candidatos, ¿es bueno o malo? Eso no importa; lo que sí, es que eso es la política nuestra, y así somos los electores mexicanos y
nuestros candidatos. Y todo aquél que se encuentre libre de haber sentido revivir en algún acto de campaña esa esperanza tan valorada entre nosotros, en vez de piedras, que lance un puño de credenciales de elector.

¿Cambiará en el futuro cercano nuestra forma de hacer política? ¿Por qué, para qué? Si así ganamos elecciones, dicen los de éste y de aquel partido.

¿Y qué dicen los electores? No los del círculo rojo, sino decenas de millones que cada tres o seis años ven renacer la esperanza de mejoría con una mentira y una promesa, que este candidato y el otro les hicieron y hacen, y no cumplieron ni cumplirán. Por eso sentenció el Filósofo de Güémez: La política mexicana es fácil para quien la entiende, y difícil para quien no la entiende.

Y usted, ¿la entiende o no?

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