Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

17 Ene, 2018

Audiencias

 

LAS VEGAS.

 Gajes del oficio. O lo que es lo mismo, de cuando la anécdota desplaza a la noticia de fondo.

Al mediodía del pasado 10 de enero, el CEO de los canales Discovery, David Zaslav, planteó conceptos interesantes sobre el futuro del video en el foro que, sobre ese tema, se llevó a cabo en el Park Theater del hotel Montecarlo, como parte del CES 2018.

Sus ideas no tuvieron la resonancia debida porque a esa misma hora ocurrió el mucho más escandaloso apagón temporal en el Centro de Convenciones de Las Vegas, y porque los medios destacaron más una broma del propio Zaslav sobre la posibilidad de que Discovery libere a la conductora Oprah Winfrey de un contrato recién firmado para que ésta compita por la Presidencia de Estados Unidos.

Pero la parte sustantiva de la discusión que Zaslav sostuvo con Aryeh Bourkoff, fundador de la firma inversora LionTree, giró en torno al negocio de la generación de contenidos en una época en la que las audiencias alteran continuamente sus hábitos de consumo visuales. 

Buena parte de esta evolución se explica por el auge cada vez mayor del modelo llamado OTT (Over The Top) en el que los otrora televidentes y radioescuchas arman su programación a partir de la oferta disponible en servicios de internet como Netflix, Amazon Prime, YouTube y Spotify.

En este contexto, Zaslav planteó que una clave del éxito –sobre todo en su modelo de contenidos de “no ficción”– es complacer con curaduría de contenido a un auditorio compuesto por “superfans”. Es decir, entusiastas de temas específicos que van desde los autos a las plantas, pasando por la comida o el deporte, a los que se les alimente tanto con productos de largo aliento como con pequeños bocadillos a distribuirse en todas las plataformas posibles.

Un buen ejemplo es Eurosport, la apuesta de Discovery de crear un Netflix de los deportes en el que, por ejemplo, un aficionado al tenis puede seguir desde su televisión o sus dispositivos móviles los torneos de Grand Slam por streaming y acceder a la vez a una selección de videos de jugadas y notas alusivas, seleccionadas por expertos. Todo esto, claro, mediante el pago de suscripción.

En este diálogo y en una mesa posterior (en la que participaron ejecutivos de Comcast, YouTube y A+E) se debatió la supervivencia de una industria en la que el auditorio debe escoger qué ver de entre 500 opciones, y no ya de entre cuatro y cinco; en la que el modelo de televisión tradicional aún prevalecerá en tanto haya regiones con rezago de banda ancha y en la que es necesario conocer y atender los gustos de los consumidores –para lo cual son oro molido los datos que se generan por su actividad en línea–, así como conciliar las ofertas de contenido con las inquietudes creativas de los propios realizadores o artistas.

La nueva materia prima de la industria del entretenimiento en esta época se llama atención del usuario, y también quedó de manifiesto en los páneles que al día siguiente tuvieron lugar en el hotel Aria, relacionados con el negocio musical.

Uno de ellos congregó a representantes de la disquera Interscope, la plataforma auditiva SoundCloud y la firma medidora de ratings Nielsen, que discutieron con Dre London –productor del rapero Post Malone– si el streaming ha salvado a la industria musical. Y si bien hubo consenso en esta premisa, quedó de manifiesto la preocupación por un modelo donde bastan unos segundos para que un video o una canción cuenten como “vistas”, sin que importe realmente el resto de la melodía.

En materia de creatividad artística también causa inquietud la sustitución de los programadores de radio por los curadores de “playlists” con base en estados de ánimo. Una dinámica en la que la música se ordena no con base en alguna intención discursiva por parte de un artista, sino en la necesidad de que su obra embone con categorías predeterminadas de actividades como fiestas, entrenamientos, meditación, trabajo en la oficina o mientras se va de camino a la escuela.

Así fue como, en medio de los progresos en materia de ciudades y hogares inteligentes, robótica y realidades virtuales y aumentadas, la reflexión sobre las audiencias logró hacerse de un espacio significativo en el CES 2018 que concluyó el pasado viernes. Tecnologías aparte, sigue siendo un dilema cultural la forma cómo la gente se conecta con lo que ve y oye.

marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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