Marco Gonsen

Memoria Flash

Marco Gonsen

7 Feb, 2018

Jacuzzis

 

Una semana antes de cumplir 75 años, el fundador de Atari, Nolan Bushnell, se enteró de que sería acreedor al premio especial como pionero de la industria del videojuego que otorga la Game Developers Conference (GDC), que se llevará a cabo en San Francisco, California, del 19 al 23 de marzo.

Casi de inmediato surgió en Twitter el hashtag #NotNolan, para exigir que se le retirara el reconocimiento, al recordar conductas sexuales inapropiadas de Bushnell durante sus años en Atari, de 1972 a 1978. Una de sus principales impulsoras fue Brianna Wu, desarrolladora de videojuegos que en 2014 recibió amenazas de muerte y ataques misóginos en el contexto del movimiento #GamerGate.

Wu, quien actualmente está en campaña para ser congresista por el Partido Demócrata, argumentó en Twitter la inconveniencia de honrar al empresario en pleno auge del movimiento #MeToo contra el acoso sexual, y citó anécdotas que son conocidas gracias a que el propio Bushnell ha alardeado sobre ellas.

La activista citó un pasaje relatado por Steven L. Kent en el libro La gran historia de los videojuegos, en el que describe cómo Bushnell “prefería trabajar cómodo y divertirse” y por ello se aseguró que sus colaboradores compartieran esta filosofía.

Así, los ejecutivos de Atari celebraban sus juntas en un jacuzzi en el que bebían alcohol, fumaban yerba y “bautizaban los proyectos con los nombres de sus empleadas más atractivas”. En una de esas reuniones, Bushnell pidió que una de sus trabajadoras —cuyo nombre no recordaba— le subiera unos papeles mientras él gozaba en el interior de una bañera, y pretendió que ella también entrara ahí.

Apenas un día después, la GDC declaró desierto el premio. Bushnell aceptó la decisión y ofreció disculpas por la conducta de aquellos años, aun cuando él mismo había explicado a Kent que aquellas fiestas estaban muy ligadas al ambiente de desinhibición sexual de finales de los años 60 y principios de los 70.

De hecho, exempleadas de aquel viejo Atari han recurrido a ese contexto sociocultural para defender a Bushnell. En redes sociales, Loni Reeder, Carol Kantor y Elaine Shirley aseguraron que aquel ambiente laboral no era hostil para las mujeres. Por el contrario, relatan que Nolan les abrió las puertas para trabajar sin discriminarlas por su género y contratándolas con base en la capacidad y el talento demostrados.

Respecto del ambiente relajado, explicaron que era una forma de estimular que el trabajo se realizara placenteramente. Admitieron que algunas de esas prácticas que hoy se consideran inapropiadas les parecían ridículas y de mal gusto, pero no las equipararían al acoso sexual. Y, en todo caso, defienden que ellas también se divirtieron y no hicieron nada que no quisieran hacer.

¿Es válido juzgar las conductas de hace cuatro décadas con los estándares y valores de hoy en día? La controversia continuará en los próximos días, pues coincide con uno de los tópicos centrales del libro Brotopia: Breaking Up the Boys’ Club of Silicon Valley (Penguin Group), de Emily Chang, que justo ayer salió a la venta en edición digital e impresa.

La frase promocional del libro explica el título: “Silicon Valley es una moderna utopía donde cualquiera puede cambiar el mundo... a menos que seas una mujer”. Y es que, de acuerdo con la visión de Chang, la élite tecnológica es una especie de Club de Tobi con ambientes de trabajo tóxicos para las mujeres, en donde los jacuzzis son el centro habitual de reunión de inversionistas y los contactos entre empresas se arreglan por medio de intensas fiestas sexuales los fines de semana.

En el prólogo de Brotopia, Chang cita la conversación que tuvo con Chris Sacca, inversionista de Uber, en la que se jacta de las juergas que da en su mansión de California. Ahí, el exdirector de aquella compañía de transporte, Travis Kalanick, era capaz de pasar de ocho a diez horas en el jacuzzi.

Pero, más importante que la anécdota, la periodista de Bloomberg reflexiona sobre cómo esta forma de negociar excluye de facto a las emprendedoras que no están interesadas en amarrar tratos bajo condición de usar bikini y tomar cerveza con sus posibles socios dentro de una alberca.

Chang arrancó la cobertura periodística sobre Brotopia el pasado lunes con una entrevista a Brianna Wu, quien denunció nuevas amenazas en su contra a raíz de su queja contra Bushnell. Como sea que evolucione esta discusión, a la industria tecnológica le urge limpiar su imagen, pero no en una tina.

-marco.gonsen@gimm.com.mx

 

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