Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

21 Mar, 2019

Así, ¿tan fácilmente desapareció el neoliberalismo?

Hace días, prácticamente por decreto, el actual gobernante sentenció el fin del neoliberalismo —cualquier cosa que esta palabra pudiere significar— y con él, ya en la tumba, agregó solemne: Con su muerte, se va la política de pillaje.

Lo primero que debe decirse de este desatino que supera, con mucho, los demás pronunciados por él desde hace años, es la indefinición de lo que es ese cadáver. Quizá, de haber empezado por definir esa expresión —más un sustituto de una mentada que una categoría económica y política—, su posición podría haber sido tomada de otra manera. 

Hoy, ante un desatino sin lógica alguna, nos preguntamos qué implica eso del final del neoliberalismo. ¿Acaso la economía mexicana volverá a estar cerrada al mundo, y regresará a los tiempos previos al año 1987? ¿Cancelaremos los tratados de libre comercio, firmados y vigentes con decenas de países?

¿Regresará el Estado omnipotente y omnipresente en la economía, como fue durante decenios? Ya entrados en esto de preguntar, ¿enviará una iniciativa para derogar la autonomía del Banco de México, y procederá Hacienda a tomar el control absoluto de la Junta de Gobierno y entonces sí, a gastar las reservas y una vez agotadas, echaría a andar la maquinita para otorgar al gobierno, como en los años locos de inflación de tres dígitos, crédito primario?

¿Con el neoliberalismo en la tumba, estarán contentos algunos legisladores del PT y los de algún otro partido, cuya ignorancia los lleva a extrañar los años de La Docena Trágica?

Hoy, ante la noticia de que en México ha sido desterrado el neoliberalismo (Podría explicarnos de manera clara y de corridito, ¿qué entiende usted por neoliberalismo?), ¿qué implicaciones tendrá esto para el ciudadano de a pie, y para los agentes económicos privados? ¿Cómo harán negocios con el exterior? ¿Requerirán permisos de importación de toda mercancía, y de exportación solamente de algunas?

¿Qué haremos después del llorar por el neoliberalismo, perverso entre perversos, en cuanto a la libertad de decidir en materia económica, poder disfrutado desde el año 1987?

Las mercancías que ofertarán las cadenas de autoservicio, ¿serán previamente analizadas por usted, para comprobar que no contribuirían al inhumano y sacrílego consumismo? ¿Habrá mercancías prohibidas porque, según usted, contribuirían a la perdición del alma?

Y en esto de la salvación del alma, ¿qué hará usted con los millones de mexicanos ateos que no creemos en esos mitos del alma y su bienestar? ¿Seríamos llevados a la hoguera o a algún tratamiento equivalente, al menos en cuanto a la temperatura?

Agradezco sus respuestas a estas preguntas, las cuales, las planteo con el respeto que me merece su alta investidura no como algunos pudieren pensar, con mala para exhibir su desconocimiento de temas elementales en economía y política, los cuales, espero sepa, tienen que ver con la libertad —disfrutada más de 30 años—, para decidir en favor de nuestros mejores intereses.

Me interesan sus respuestas para prepararme, dada tanta felicidad que viene con el posneoliberalismo. Gracias otra vez por sus amables respuestas.

 

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