Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

16 Abr, 2020

Ayer fue tragedia, hoy es farsa

Éstas son las primeras líneas de la obra de Carlos Marx, muy citada, pero poco leída y mucho menos estudiada: El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Así escribió Marx: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”.

*

Esta larga frase, sin equívoco alguno, podríamos utilizarla para describir lo que hoy sucede en México frente a lo que se registró en el gobierno de López Portillo y el señalado entonces como churumbel, José Andrés de Oteyza. En ambos casos, el actor central fue, no otro que el petróleo y su precio. 

¿Qué diferencia podría haber entre los hipócritas sentimientos patrióticos supuestamente nacionalistas —allá por los años setenta—, de quien a la vuelta de los años terminó severamente cuestionado por algunas prácticas de negocios no del todo aclaradas, al servicio de empresas españolas, y las ideas actuales —trasnochadas y acedas— en materia de energía de la actual secretaria de Energía y el actual director general de Pemex y del jefe de ambos?

*

La verdad, muy pequeña; en ambos casos, la negación de la realidad es el denominador común que los hermana y diría más, los equipara. Lo de ese entonces, desconocer la forma en cómo operaban los mercados del petróleo crudo y la soberbia propia de quien desde la Torre de Marfil del arribista despreciaba el conocimiento del funcionario experimentado, se expresa hoy —de manera idéntica, más de 40 años después—, en el mismo desconocimiento y la misma soberbia de los tres mencionados al final del párrafo anterior.

Sin embargo, la tragedia de ayer, la que se registró durante el gobierno de López Portillo se presenta hoy en el gobierno de otro López pero ahora, en calidad de espectáculo fársico. Los daños, incalculables aún hoy los que debimos enfrentar y pagar a coste de grandes sacrificios, es muy posible que palidezcan a lo que será el precio a pagar de la farsa que los nuevos mandarines escenifican.

México ha vivido durante largos periodos de su historia, de la tragedia a la farsa; todo debido a algo tan elemental como es, no aprender de nuestros errores, no obstante su gravedad y efectos negativos en todos los aspectos de la vida nacional. Tal parece que es nuestro destino inevitable: tragedia-farsa y luego repetirlo.  

Sin embargo, hay algo que posiblemente separa las tragedias y las farsas anteriores al año 1987; no era el mismo México ni el mismo modelo de desarrollo: ayer economía cerrada y hoy, abierta e incorporada a la globalidad. Por más profundas que hubieran sido aquéllas, no se comparan con la gravedad de las actuales tragedias en una economía abierta y, no se diga ya, con el ridículo de las nuevas farsas.

*

Por otra parte, debemos decirlo, hay algo en común entre lo de antes de la apertura y lo que vemos y padecemos hoy: no aprendemos de nuestros errores. Es inconcebible que hoy, más de 30 años de apertura después, repitamos casi al pie de la letra aquellas tonterías de Oteyza y hoy de Nahle, y las del López de entonces y hoy, sí, de otro López.

 

Síguenos en Twitter @DineroEnImagen y Facebook, o visita nuestro canal de YouTube