Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

5 Dic, 2019

¿Escucharía el mensaje del domingo?

Hace más de 15 años, la calificación que le mereció a López la marcha que realizamos en protesta por la violencia que se vivía en el entonces Distrito Federal, fue llamarnos pirruris. Hoy, ante la realizada este domingo, comete el mismo error de ofendernos y nos acusa de ser militantes disfrazados.

Ante la persistencia gozosa en el error que suena a descalificación deliberada, viene a cuento la vieja frase aquella de: Los políticos aprenden de sus errores. Al menos, diría yo, López no lo hace.

Si repasáremos someramente la conducta cotidiana de aquél en el espacio de 7 a 9 de la mañana, donde se ve arropado por quienes han hecho de la abyección y el servilismo las conductas que norman su vida toda, concluiríamos que no estamos frente a un error, sino ante una conducta arraigada en él: denostar a los que considera sus adversarios. Como podemos ver, él no aprende —ni quiere— de sus errores; por el contrario, los vuelve conducta permanente.

Sin embargo, al margen de la calificación que le haya merecido la marcha del domingo y quienes en ella participamos, hay un aspecto que vale la pena señalar. La Marcha —sí, con mayúscula—, dejó no pocos mensajes y una que otra enseñanza; no sólo para el ciudadano de a pie sino para la clase política y principalmente, para López.

El grito de ¡Rectifique, Presidente!, no dejó lugar para el menor de los resquicios por donde la duda pudiere entrar; claramente le dijo que algo no estaba ni iba bien, producto, obviamente, de su gobernación errática y equívoca. La exigencia, respetuosa por lo demás, no fue otra que la obligada rectificación producto de la autocrítica.

¿Escucharía López el mensaje a él dirigido? No únicamente lo dudo, sino que, aun cuando lo hubiese escuchado, no le haría el menor caso. Su forma de pensar es clara, y viene de vieja data; para resumirla uso la vieja expresión que muestra, del político que la usa, soberbia y megalomanía (Manía o delirio de grandezas): Voy derecho y no me quito.

Para la clase política, específicamente para las dirigencias de los partidos políticos, el mensaje fue todavía más claro: ¿Quieren unirse a la gran exigencia de la rectificación? Bienvenidos pero, tendrían que hacerlo en calidad de ciudadanos, no de militantes de uno u otro partido.

Recursos baratos y oportunistas, como el de militantes del PRD, que hicieron acto de presencia con todo lo que los identificaba como militantes de ese partido, lejos de generarles simpatías lo que obtuvieron fue exactamente lo contrario.

Hoy, frente a nosotros, hay una tarea cuya importancia no alcanzamos a justipreciar: exigir que el gobernante sirva a los gobernados, no a su retorcida y aceda visión de la vida económica y política de México.

¿Tarea imposible, como dicen muchos? No sólo diría que es posible sino urgente; ¿lo duda? ¿Podría leer El Poder de los Sin Poder de Václav

Havel? La primera frase es de una profundidad que impacta: Un espectro atemoriza a Europa Oriental: En Occidente lo llaman “disidencia”. La gran enseñanza de la Marcha es, para todos, que se puede y debe disentir.

Hacerlo es ejercer el derecho a ser libres, no siervos. ¿Nos atreveremos?

 

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