Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

14 May, 2020

Otra vez la militarización, y la inseguridad y la violencia

Por si faltaren problemas, con un mal sentido de la oportunidad, el Presidente decidió dar a conocer —mediante un acuerdo publicado en el Diario Oficial de la Federación—, algo que para no pocos especialistas era innecesario y, además, está plagado de errores en cuanto a su juridicidad.

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Sin embargo, dado el silencio guardado durante “las mañaneras” —al negarse a comentar el tema—, el Presidente reconoce de manera tácita que, si bien no es un tema de su completo agrado para mostrarse ufano de él como ha hecho con otros en diferentes ocasiones, hoy parece haber elementos que lo obligaron a tener que publicarlo.

¿Cuáles serían esos elementos que lo llevaron a dar marcha atrás a posiciones mantenidas por años, que fueron centro de su campaña en contra de los dos gobiernos anteriores? ¿A qué reportes de inteligencia ha tenido acceso, y cuál es el contenido de los mismos que lo llevaron a dar ese paso que ha permitido, a no pocos, lanzarle todo tipo de críticas en cuanto a su incongruencia?

Los planteamientos en dicho acuerdo reviven, en el peor momento, un tema que parecía haber quedado, si no sepultado, al menos olvidado. La militarización y su uso como instrumento de golpeteo en contra del Presidente ha revivido en el peor de los momentos.

Prácticamente desde el principio mismo de su encargo, el Presidente cayó en posiciones y planteamientos casi infantiles, por no decir ridículos, en materia del combate a la delincuencia; sus “abrazos no balazos” han sido ridiculizados, tanto en México como en el extranjero. En ese terreno, lo único cosechado han sido fracasos rotundos los cuales, son ya imposibles de ocultar: ha fallado “la estrategia” y también, el encargado de aplicarla.

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El fracaso más que evidente de la Guardia Nacional y la creación de una Secretaría con una persona al frente que ha demostrado una incapacidad de antología explican hoy, para algunos, la necesidad del Presidente de recurrir a lo aplicado en los dos gobiernos anteriores; a éstos, durante años, los criticó de manera tramposa en no pocas ocasiones sin dejar, al mismo tiempo, de ofender —a veces vulgar y ofensivamente y sin sustento—, a las Fuerzas Armadas.

Hoy, ha debido tragarse sus palabras de ayer —quizá por eso evita tocar el tema— y tener, más temprano que tarde, dar las obligadas explicaciones, tanto a sus críticos como a sus seguidores.

Sea pues lo que fuere, el tema de la militarización ya está en el centro de la agenda nacional. ¿Cambiará “la estrategia” propia de un cuento infantil de “abrazos no balazos”? ¿Acaso podrán, ahora sí, responder soldados y marinos a las agresiones de grupos de delincuentes que además de insultarlos y golpearlos, los desarman y secuestran? ¿Se atreverá el Presidente a ordenar que respondan a esos ataques?

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Dudo que se atreva a ordenar un cambio así de radical el cual, sin duda, dado el carácter de los delincuentes que atacan a las Fuerzas Armadas, el resultado sería de varios muertos en cada incidente. Ahora bien, si eso no va a cambiar, ¿en contra de quién actuarían los elementos de las Fuerzas Armadas? ¿De los desempleados que no tardan en empezar a protestar?

 

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