Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

21 May, 2020

¡Presidente, cuidado con “los radicales”!

América Latina tiene, en materia de fracasos de gobernantes y gobiernos populistas, para dar y tirar. Hay casos donde, si bien no debe olvidarse que la responsabilidad del fracaso es del gobernante, una parte no menor la explica la acción de grupos de “intelectuales urbanos” que los distingue, además de un “fervor revolucionario” de pacotilla, su oportunismo.

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Ante la oportunidad, las más de las veces dejan la clandestinidad en la que se han movido como grupúsculos, para “aprovechar la efervescencia revolucionaria” que produce el populismo del nuevo gobierno; dicen querer hacer avanzar un proyecto revolucionario el cual, obviamente, sólo ellos representan y defienden.

Sabedores de la impunidad que el populismo les otorga frente a los delitos que cometen, empiezan su “labor revolucionaria” con planteamientos radicales los cuales, carecen de toda viabilidad por lo descabellado de los mismos. Sin embargo, esto no los desanima; más bien los radicaliza y piensan, que así lucen más revolucionarios.

El ejemplo más acabado de lo dicho es, sin duda, la actuación de grupos ultraizquierdistas que antes de la llegada de Allende al gobierno en 1970 vivían, en el clandestinaje, a la espera de “las condiciones subjetivas” que harían posible la lucha armada para tomar el poder y así, instaurar el socialismo.

Allende, renuente a aplicar la ley a quienes montados en “un gobierno socialista” la violaban, contribuyó a debilitar su propio gobierno, lo cual fue también aprovechado por aquellos grupos. Así, lo único que produjeron fue la radicalización de la derecha y la intervención flagrante y criminal de Estados Unidos para apoyarla lo cual, finalmente acabó en la tragedia que conocemos.

Imposible e inmoral fue y es, reducir la responsabilidad en esa tragedia del gobierno de Estados Unidos, que jamás se mostró dispuesto a aceptar la existencia de un gobierno el cual, a pesar de haber llegado de manera pacífica, democrática y legal, lo vio como “prueba de la amenaza comunista en América Latina”.

La tragedia chilena ha sido explicada excluyendo, casi siempre, el papel jugado por los radicales que acostumbrados al subjetivismo, soñaban con hacer la revolución; ellos, con su conducta infantil y radicalismo irresponsable, también contribuyeron al desenlace trágico.

Con el conocido infantilismo de la izquierda irresponsable, se lanzaron cual piratas al abordaje de lo que vieron como botín, y recurso idóneo para llegar al socialismo. Dejaron de lado la realidad, y menospreciaron el poder y la fuerza de quienes posibilitaron la llegada de Allende a la Presidencia.

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Hoy aquí, la irresponsabilidad e infantilismo de personajes y grupúsculos de radicales fifí, que piensan que llegó la oportunidad de hacer la revolución e instaurar el socialismo, además de dejar ver su idiotez e ingenuidad política, han producido una radicalización que a nadie beneficia.

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El Presidente, en vez de deslindarse y condenar dicha conducta parece gozarla y luce ya, acorralado por aquéllos. Ante esto, ¿qué suerte correrán el gobierno y el gobernante al preferir la indefinición cómplice, en vez de la clara condena?

 

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