Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

28 Feb, 2019

¿Qué debe pasar para ver lo que viene?

Una de las consecuencias de esa apatía tan nuestra, y de la renuencia a involucrarnos con la debida seriedad en los asuntos públicos, es que el estallido de toda crisis nos toma por sorpresa. Es tal nuestro desapego a todo lo que huela a realidad, que vivimos aislados del mundo real en una burbuja de sueños e ilusiones, propia de quienes no han entendido —ni parece que entenderán— que el futuro se construye; que no es regalo de gobernantes populistas y despilfarradores de los recursos públicos, siempre escasos en toda economía.

Pocos son los mexicanos que ven al futuro con base en los datos duros en la mano que, de manera sistemática y permanente, dan a conocer al público interesado Banco de México y el Inegi. Hoy, una revisión de los datos que ya son de dominio público —que dan cuenta del comportamiento de variables clave para entender la situación actual de nuestra economía—, nos permiten elaborar proyecciones y pronósticos.

Por otra parte, al margen de los datos duros que las publicaciones del Banco de México y del Inegi dan a conocer, tenemos otra fuente de elementos los cuales, si bien son de carácter cualitativo más que cuantitativo, son de una gran utilidad para entender la visión que del crecimiento económico tienen, tanto el actual gobernante como su equipo económico.

Durante el periodo del 1º de julio al 30 de noviembre del año 2018, pudimos reunir elementos clave para darnos cuenta de lo que podríamos esperar en materia económica, tanto del candidato triunfador como de su equipo el cual, desde entonces, ya había sido conformado y conocidos los nombres de quienes ocuparían los puestos más importantes del gabinete.

Cada intervención pública del triunfador del 1º de julio fue y es, sin duda, una mina rica en elementos de juicio para el observador acucioso; esta fuente se ha visto fortalecida a partir del 1º de diciembre cuando, tal y como lo establece la Constitución, rindió la protesta de ley. Su desempeño, ya como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, ha sido el mejor de los cursos intensivos de lo que no debe ser una gobernación en el aquí y ahora de un país como México, que enfrenta una muy complicada coyuntura.

Ahora bien, ante la elevada probabilidad de que estalle la debacle y caigamos sin obstáculo alguno al fondo del precipicio, ¿qué empezar a hacer para, al menos, ver con cierta anticipación el estallido de la próxima crisis? ¿Cómo quitarnos la venda que cubre nuestros ojos desde tiempo inmemorial, que nos ha convertido en ciegos?

Lo que primero convendría hacer para lograr el objetivo señalado en el párrafo anterior es, de entrada, dejar la ingenuidad de lado y entender, sin remordimiento y freno alguno, que no hay ni habrá recursos para todas las promesas hechas durante la campaña por el candidato victorioso. Es más, lo que hoy se califica como programas sociales, no pasan ni pasarán de ser promesas incumplibles debido, entre otras razones, a la falta de recursos.

Una vez entendida esta realidad presupuestal, seguiría decidirse a vivir en la realidad y poner en juego las capacidades y habilidades de cada uno. Para coronar esta nueva visión del quehacer personal al empezar a vivir en la cruda realidad, debemos dejar de hacer caso a los cantos de sirena y las promesas incumplibles, y a entender y aceptar que el futuro de cada uno no es ni será dádiva de gobernantes populistas.

De empezar a llevar a la práctica las recomendaciones anteriores, empezaríamos a ver lo que nos esperaría como consecuencia de continuar sin cambio alguno la gobernación que vemos y padecemos. Por otra parte, de considerar usted que lo visto a la fecha no basta para pronosticar un desenlace negativo, ¿qué piensa se requeriría que pasare durante los próximos meses, para hacerlo?

Y de pensar que las cosas van bien e irán mejor, ¿seguiría viviendo en su burbuja de sueños e ilusiones?

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