Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

7 Feb, 2019

¿Quién le dirá que hay temas que ignora? ¿Nadie?

Es un lugar común afirmar que todo gobernante autoritario piensa que todo lo sabe, que no tiene ciencia aborrecida y como consecuencia de este caudal infinito de sabiduría, no requiere de asesoría alguna. Sin embargo, esta afirmación no es totalmente cierta, pues las más de las veces no refleja objetivamente lo que sucede en el entorno del gobernante autoritario y/o mesiánico.

Para no ir muy lejos, aceptemos que no es lo mismo Stalin, Mao, Fidel, Hitler, Echeverría, López Portillo, Ortega, Chávez y Maduro por citar algunos ejemplos, que el actual dictador chino, Xi Jinping. Éste, aun cuando dudáremos de lo que afirmo, tiene a su alrededor lo mejor de la alta burocracia de la República Popular China.

Los primeros nombrados en cambio, su soberbia y la adulación de un ejército de abyectos los llevaron a creer que nada ignoraban, y que todo sabían y en todo eran expertos, así fueren temas nimios o de gran complejidad.

Por otra parte, aquí y ahora transitamos de gobiernos donde el gobernante —en mayor o menor medida— reunía a su alrededor especialistas en campos diversos del conocimiento a quienes, si bien no siempre atendía sus recomendaciones, al menos escuchaba con atención sus opiniones a uno donde, no únicamente no se escucha a los integrantes del equipo cercano sino que estos, en el colmo de la abyección y ausencia de dignidad profesional y personal, jamás se atreven a emitir una opinión que no comulgue con las opiniones e ideas del poderoso en turno.

Esta conducta, de quienes deberían ser los primeros en hablarle al poderoso con franqueza —y respeto por supuesto— acerca de sus ideas erróneas en esta o aquella materia, produce una situación donde, al expresar el gobernante públicamente posiciones erróneas evidentes, exhibe una ignorancia del tema comentado la cual, poco a poco mina la autoridad presidencial.

¿Qué hará el gobernante una vez que se dé cuenta que los cercanos temen corregirlo, y dejan que haga el ridículo? ¿Los despedirá a todos, y contratará a otros con la dignidad necesaria para hablarle con franqueza de lo que ignora?

Este martes, por ejemplo, en su intervención en la ceremonia conmemorativa del aniversario de nuestra Constitución, el presidente expresó opiniones erradas por serle los temas completamente ajenos. Nadie pone en duda que hay temas que López domina, pero hay muchos más que desconoce y, al no tener las opiniones francas de sus cercanos en aquellos, comete errores garrafales en los planteamientos que hace sin el menor freno o prudencia.

Doy ejemplos; uno, relacionado con la corrupción y su extrañeza de por qué esta conducta moral no es delito y además, grave. ¿Acaso no hay un doctor en derecho en su equipo que le explique, con la debida argumentación jurídica por qué una conducta moral no puede tipificarse como delito? ¿Por qué lo dejan expresar errores garrafales?

Otro ejemplo, también en su intervención de ese día, es la propuesta de tipificar el Fraude Electoral como delito grave. Otra vez recurro a quienes son especialistas en materia electoral; ¿por qué no le explican por qué no puede hablarse de Fraude Electoral? Es más, ¿por qué no le dan a leer y/o le explican el contenido de la Ley General en Materia de Delitos Electorales?

La contraparte de la abyección de quienes por cobardía o falta de dignidad profesional y personal callan ante su ignorancia, radica en la soberbia y mesianismo del que piensa que todo lo sabe; que todo lo que dice son verdades absolutas las cuales, no admiten y menos necesitan corrección alguna.

Ante ambas conductas, soberbia y abyección, lo más dañino no es el ridículo del gobernante que mucho ignora y no lo reconoce ni la abyección del arribista en el entorno cercano a aquél, sino el peligro en el que el uno y los otros colocan al país, y a su economía.

¿Aguantará México por siempre, al uno y a los otros? Lo dudo.

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