Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

29 Oct, 2019

¿Quién pondrá orden, frente a tanto desorden?

 

El respeto de la ley por todos sin distingo alguno y hacerla respetar por parte de la autoridad se traduce, sin duda, en una convivencia civilizada  y en el orden que permite el funcionamiento de las instituciones y la generación de confianza; ésta, es el elemento indispensable que soporta toda inversión.

En consecuencia, una de las tareas de la autoridad es, con la ley en la mano y su respeto irrestricto, combatir el desorden. Difícil es, si no es que imposible, que país alguno pueda prosperar y lograr crecimiento económico y desarrollo en medio del desorden generalizado.

El desorden es una situación que se va autoalimentando; entre más tiempo se deja sin enfrentarlo, más fuerza adquiere. Es de tal gravedad este proceso donde la impunidad lleva a más desorden y éste, a más impunidad, que de persistir la autoridad en esta conducta timorata (Tímida, indecisa, encogida) y cómplice, la única salida es la caída del gobierno con las consecuencias que en América Latina son bien conocidas.

Las más de las veces —por no decir siempre—, cuando un gobierno democráticamente elegido cobija y deja crecer la violencia y el crimen, prácticamente sin enfrentarlo con decisión y la ley en la mano, lo que genera es lo contrario a la convivencia democrática y al orden, como sustentos de toda convivencia civilizada.

Es entonces cuando la fuerza se convierte en el principal y casi único recurso que se entroniza en el poder y así, los que con su violencia y desorden y violaciones de la ley en la total total impunidad, obtienen lo que jamás imaginaron: un gobierno de mano dura cuyo respeto por un conjunto de derechos que fueron mal ejercidos, es inexistente.

Los siguientes años pueden, en ciertos casos y ya con el orden impuesto por la fuerza mas no con la ley en la mano y su respeto, generar orden y cierto crecimiento económico el cual, para algunos grupos (dada la prosperidad alcanzada en poco tiempo, la experiencia así lo demuestra), justifica la actuación del nuevo gobierno y sus métodos autoritarios o francamente dictatoriales.

La violencia impune y el desorden resultante, no son algo inocuo e irrelevante sin importancia alguna; si bien al principio aquellos lucen manejables y aceptables para buena parte de la sociedad, en corto tiempo la exigencia soterrada de poner orden al precio que fuere, es entendida por ciertos grupos de poder como la luz verde que esperaron durante años y entonces, la democracia es aplastada.

Este proceso y su desenlace, no son algo nuevo en América Latina; por el contrario. En los tiempos actuales, cada vez es mayor el porcentaje de ciudadanos que consideran deseable y útil un gobierno de mano dura en detrimento de la democracia porque, se afirma, ésta no ha dado los resultados que de ella se esperaban. ¿Cómo se ve esto hoy, dado lo que padecemos en México desde hace una buena cantidad de años?

Por encima de aquel flagelo permanente, la actual tolerancia al crimen y la violencia resultado de una visión religiosa de la gobernación, ha elevado el riesgo de caer en la salida descrita en los primeros párrafos.

¿Le parece a usted, esa salida, la solución?

 

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