Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

26 Nov, 2019

¿Tienen consciencia de lo que aprobaron y cómo?

La aprobación (es un decir, diría mi respetado Salvador Camarena) del Presupuesto de Egresos de la Federación 2020 dejó, prácticamente en todos, un muy mal sabor de boca. Si tuviere que poner esto en otras palabras diría, sin dudarlo, que a nadie dejó contento el documento aprobado.

Lo más relevante de esto, que pareció más una ópera bufa que otra cosa, fue sin duda, el desaseo exhibido por quienes en su inmensa mayoría, son menorídeos:

No tienen la menor idea del tema acerca del cual mostraron su aquiescencia y abyección.

La elaboración de todo presupuesto, más todavía cuando se trata del que asigna los recursos públicos, es un largo proceso que comienza varios meses antes de su presentación y entrega al Congreso el 8 de septiembre de cada año. Los trabajos durante esos meses se llevan a cabo, como debe ser lo relacionado con un tema tan sensible e importante como es la asignación de los recursos públicos –siempre escasos para apoyar necesidades siempre crecientes, tanto en número como en monto de recursos para enfrentarlas–, entre especialistas.

Éstos, además de recibir y revisar la documentación de cada proyecto de inversión que diversas entidades, presentan para recibir apoyos monetarios con cargo el PEF, deben calcular la tasa de rentabilidad económica de cada uno de ellos.

La idea de este paso es, no otra que buscar obtener el mayor beneficio para la población.

En consecuencia, eso implica que la cartera definitiva de proyectos a incluir en el Proyecto de Decreto de Presupuesto debe estar vacía de ocurrencias y desatinos, sin importar quién los hubiera propuesto.

De ahí pues, que la inclusión de caprichitos del todopoderoso cuyo criterio de rentabilidad sería el número de votos a obtener en la siguiente elección, no debería –por motivo alguno– permitirse desde la etapa de revisión, análisis y evaluación de cada proyecto.

Cuando los empleados del Ejecutivo, en una muestra de abyección y sumisión ciega y cobarde los hubiesen incluido, es obligación constitucional de los diputados rechazar esos desatinos y ocurrencias cuyo único objetivo, como dije, es la búsqueda de votos.

¿Qué vimos esta vez? Una revisión de lo aprobado por los diputados nos enfrenta, sin duda, al ejercicio presupuestal más irresponsablemente elaborado en los últimos sexenios y la peor muestra de sumisión del Legislativo a un Ejecutivo que logró, en unos meses, hacerse del control total de aquél, lo cual, sin eufemismo alguno, explica la pésima calidad del Presupuesto 2020 en la búsqueda de la eficiencia y uso óptimo de los recursos públicos.

¿Tienen consciencia los diputados de la gravedad de su conducta frente al Ejecutivo?

¿No sienten vergüenza por haberse plegado –sin recato alguno (“No le cambien ni una coma”)– a los caprichos de quien unipersonalmente decide qué es lo que le conviene al país en todos sentidos?

Dado lo visto frente al Presupuesto por parte de los diputados de Morena en cuanto a su responsabilidad, ¿qué esperar para el año 2021, de la elección intermedia?

¿Acaso las encuestas decidirán la asignación de recursos, no la Rentabilidad Económica de cada proyecto?

 

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