Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

28 Nov, 2019

¿Y si todo se descompusiere antes de lo esperado?

Las ilusiones sobre las cuales se fincó ese engendro que el Congreso de la Unión llamó Ley de Ingresos 2020 (crecimiento del PIB: 2.0%, y extracción promedio diaria de petróleo de 1.951 millones de barriles), antes de entrar en vigor ya empezó a hacer agua.

Por si lo dudare, Mario Delgado debió anunciar, ante las evidencias irrefutables dadas a conocer por el Inegi en materia de crecimiento del PIB y sus consecuencias, la necesidad de reformar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria y la misma Ley de Ingresos. En el colmo del cinismo, el que operó la aprobación de aquel engendro y no se cansó de mentir al respecto declaró que, si bien no estamos (todavía) en recesión, vamos a una recesión.

En tan pocos días las cosas parecen estar desmoronándose, y las malas noticias se acumulan; los pronunciamientos de algunos negociantes en relación con ese otro engendro sin pies ni cabeza (Plan Nacional de Infraestructura o como quieran llamarlo), tan irreal que lo único que ha provocado desde el anuncio mismo es conmiseración, por decir lo menos.

También, las noticias sobre ese sueño de opio que es Santa Lucía, comprueban lo que no pocos dijimos en su momento; hoy, la consultoría francesa contratada señala, en su informe, la imposibilidad de la operación simultánea de las pistas 2 y 3.

Y así, la realidad va poniendo a cada quien en su lugar; López y los suyos no sienten lo duro sino lo tupido. Por si faltare una mala nueva, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recién acaba de declarar que su gobierno considerará a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Y si se tratare de violencia urbana y nulo respeto de la ley y la ineficiencia de la autoridad, ¿cómo dejar de mencionar el espectáculo de este lunes?

Si uniéremos esos elementos y no pocos más de índole similar (violación y nulo respeto de la ley ante la mirada cómplice de la autoridad), veríamos que las cosas no pintan bien para el año próximo. Con esto, no me refiero sólo al bajo o nulo crecimiento del PIB para este año y el siguiente sino también, es la parte más peligrosa, a la necedad de perseverar en la misma ruta que hoy nos tiene más cerca de la debacle que del crecimiento.

Hoy, algunos pretenden embarcarnos en una discusión casi bizantina: ¿Estamos o no en recesión?, para dejar de lado el aspecto central de lo que hoy enfrentamos: ¿por qué llegamos a este punto? ¿Qué hemos hecho estos 12 meses, no sólo para bajar del 2.2% de crecimiento del PIB en los años anteriores al 0.0, sino para tener a todos peleando con todos?

¿Cómo fue que permitimos —conscientemente o no—, que el Ejecutivo avasallara a los otros dos poderes y los tratare como siervos? Asimismo, ¿por qué nada hemos dicho frente al comportamiento lacayuno de un alto porcentaje de los legisladores que integran ambas Cámaras del Congreso de la Unión?

¿A qué se debe nuestro silencio convertido en la peor complicidad con quien desde su ignorancia y soberbia enfermiza, todo lo atropella y corrompe? ¿Acaso pensamos que nuestra conducta no tendrá consecuencias negativas, o nos domina el miedo y/o el oportunismo?

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