Ángel Verdugo

Economía sin lágrimas

Ángel Verdugo

12 Nov, 2019

Ya llegó esa monserga de La Realidad; aquí y allá

Una de las cosas que menos esperaría un político, que algún día lo pudiere alcanzar, es La Realidad (sí, con mayúscula).

Él, desde su soberbia, piensa que puede manejar esa Realidad a su antojo porque su cargo le posibilita hacerlo.

Dicho de otra manera, piensa que puede hacer todo, robarlo todo, mentir acerca de todo y pasarse la ley y toda norma por el Arco del Triunfo y, por encima de todo eso, piensa que nada podría pasarle.

Sin embargo, no tiene que pasar mucho tiempo para que el que se creía soberano absoluto –por encima de toda ley y norma–, deba tragarse sus palabras: La Realidad lo alcanza y, la mayoría de las veces, lo ridiculiza y exhibe y termina arrastrándolo.

Cuando el que se sentía omnipotente clama piedad, La Realidad lo deja en el suelo revolcándose y llorando su nueva situación.

Nada es hoy, y ayer también nada era. Sin embargo, se veía grande y todo poderoso y sus sirvientes lo reafirmaban, le decían, una y otra vez que sí lo era. 

Hoy, la llegada de La Realidad parece haber comenzado. No es sólo lo sucedido en Culiacán y la tragedia registrada en la frontera entre Sonora y Chihuahua sino, también, lo impensable todavía hace unos días: el enfrentamiento a muerte dentro del partido MORENA entre los grupos que se pelean, por lo que muy posiblemente no logren concretar el año 2021. A esto agregue la discusión presupuestal esta semana en la Cámara de Diputados.

Lo dicho en párrafos anteriores, si bien se da hoy en México de manera clara, todo indica que algo empieza a darse también fuera de aquí en materia de la llegada de La Realidad.

Los recientes acontecimientos en Bolivia y la respuesta de la población ante el dictadorzuelo pueblerino de Evo Morales y sus intentonas ilegales para permanecer en el poder, parecen haber adelantado la llegada de aquélla.

Ante lo que vemos pues, ¿qué podría seguir en Nicaragua como en Venezuela y Cuba? ¿Y aquí en México? ¿Seguiría la misma gobernación, la cual, en menos de un año, ya le tumbó dos puntos al producto interno bruto (PIB)? ¿Seguirían las decisiones sin sustento alguno, ni técnico ni financiero y mucho menos jurídico? ¿Seguiría todo como a la fecha?

De ser esto último,¿cuánto más aguantarían millones y millones de mexicanos? ¿Seguirían viendo pasivamente el dispendio sin control de cientos de miles de millones de pesos en programas, mal llamados, del bienestar?

¿Cuántas trapacerías más aguantaríamos de los legisladores de MORENA en ambas Cámaras, para colocar a títeres en organismos fundamentales, importantes para la democracia y la separación de poderes?

¿Cuánto tiempo más –antes de protestar– aguantarían los millones de mexicanos que viven en este país, hoy atemorizados ante la muerte de los suyos y el cierre de sus empresas por negarse a la extorsión? ¿Cuánto más, antes de salir a la calle a gritar: ¡Ya basta, no más!?

  Al margen de lo que pudiéremos pensar y hacer al respecto, bien valdría dejar de lado la ingenuidad de que “aquí jamás se dará eso”.

Hay que analizar, objetivamente, el nivel de hartazgo que se deja sentir ya en el país entero.

Lo de Bolivia, que vimos en tiempo real, no nos es ajeno en modo alguno porque, dada la realidad que enfrentamos, eso mismo podría presentarse en otros países de la Región, México incluido. 

 

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