Carlos Velázquez

Veranda

Carlos Velázquez

22 Ene, 2024

Los campos de golf de Fonatur

Entre las muchas cosas que hizo bien el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), no estuvo la de administrar campos de golf.

Los funcionarios que, desde el Banco de México, concibieron los Centros Integralmente Planeados, como Ernesto Fernández Hurtado y Antonio Enríquez Savignac, no establecieron los plazos y mecanismos para que el gobierno mexicano se saliera de esa tarea.

Hoy, los campos de golf son exitosos, por alguna de estas cuatro razones:

1.- Están vinculados a proyectos residenciales, para que los compradores, incluso sin practicar este deporte, se motiven con la vista, ya que no todas las propiedades pueden estar junto al mar.

Un ejemplo reciente es Quivira, en Cabo San Lucas, donde Ernesto Coppel contrató a Jack Nicklaus para diseñar un campo multipremiado, que sigue atrayendo a compradores de inmuebles.

2.- Luego están los campos únicos e icónicos, donde los propietarios pagan acciones prohibitivas o sólo por invitación, para tener el privilegio de jugar, como Augusta, donde los socios son desde expresidentes de Estados Unidos hasta magnates de las finanzas o la tecnología.

3.- Los que fueron creados como una amenidad dentro de un hotel o un conjunto de hoteles con tarifas elevadas, de los cuales quizá 5% hagan una ronda, pero es la forma de motivar a todos los miembros de una familia. Allí están los campos del Wynn de Las Vegas o Mayakoba.

4.- Finalmente, los campos icónicos que no quieren perderse los golfistas, como el Old Course de St. Andrews, donde nació este deporte, o Pebble Beach, con sus espectaculares acantilados.

Los de Fonatur ni fueron hechos por diseñadores importantes, salvo el de Litibú de Greg Norman, ni tampoco estuvieron ligados a proyectos residenciales planeados en torno al golf y, además, fueron administrados por burócratas que no necesitaban competir ni generar utilidades.

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La muestra de lo que debió haber sido es el campo de nueve hoyos de San José del Cabo, pues con un público de estadunidenses como el que va a Los Cabos, abrió los ojos a los inversionistas privados que volvieron ese lugar el principal destino de golf de Latinoamérica y luego ese campo lo compró Vidanta.

En Loreto, el Grupo Ostar, de Carlos Slim, adquirió el campo de Nopoló como inversión luego de que quebrara TDS Loreto Partners, pero no sobresale, aunque tenga un hoyo espectacular.

El de Pok Ta Pok, en Cancún, lo adquirió un grupo japonés y luego entró Alejandro Vega, quien desea borrarlo del mapa para reemplazarlo por condominios.

El de Litibú fue concesionado a Emilio Orozco, hijo de la exdiputada panista Rosi Orozco; mientras que en el de Ixtapa, Jorge y Andrea Melgarejo tienen una concesión reciente a 25 años.

Ricardo Salinas, quien tiene la concesión del campo de Huatulco hasta 2027, ya dijo que no piensa renunciar a ella y anticipa que, después, este espacio caerá en desgracia, como pasó con Pok Ta Pok.

Este campo sí está bien cuidado y es el único en ese destino, por lo que cerrarlo sería renunciar a un nicho valioso, así es que sería mejor licitarlo para que el mercado decida si debe seguir o no.

Hacerlo Área Natural Protegida, sinónimo de maleza, podría tener consecuencias muy negativas, como pérdida de competitividad para el destino y menor afluencia de viajeros, en un lugar donde la llegada de turistas por vía aérea ya bajó casi 6% en 2023.

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