Edgar Amador

Edgar Amador

7 Mar, 2022

La invasión de Ucrania y la tortilla de harina (y la de maíz)

 


México goza de una multiculturalidad como pocos países del mundo. Pero todas nuestras diversas culturas podrían concretarse en una pregunta: ¿tortilla de harina o tortilla de maíz? Grosso modo, la dieta del centro y sur de México se basan en la tortilla de maíz. La del norte depende de la tortilla de harina de trigo. Y es ese cereal, el trigo, uno de los más afectados por la guerra de Rusia y Ucrania. Los precios se han disparado más de 50 por ciento en muy pocos días y amenazan con encarecer la cadena de alimentos, especialmente a los mayores importadores de trigo.

Hay un país particularmente vulnerable. Irónicamente, el que quizá fue el domesticador del trigo hace miles de años, Egipto. El promedio de países del mundo consume entre 70-80 kilogramos de trigo equivalente al año. Los egipcios consumen entre 150-180 kilogramos per cápita.

Es muy importante recordar el efecto que la inflación de alimentos, especialmente el pan, tiene en la historia social de la humanidad. Altos precios del pan precedieron a la Revolución Francesa y la reciente rebelión conocida como la Primavera Árabe, que derrocó una serie de largas dictaduras en el Magreb. La inflación del pan y la harina suelen ser ingredientes que combinan mal con el descontento social.

No es necesario que el descontento desemboque en revoluciones o revueltas, la inflación de alimentos erosiona la popularidad de los gobiernos y dificultan la acción de los mismos. La guerra en Ucrania, en un momento en que la mayoría de los países enfrenta la mayor inflación en varias décadas, añade una presión adicional a los precios, dificultando el trabajo de los bancos centrales.

Rusia es el mayor exportador de trigo del mundo, mientras que Ucrania ocupa el quinto lugar de la lista. Juntos representan el 30 por ciento de las exportaciones mundiales de trigo. Del lado de los importadores, después de Egipto se encuentran Turquía, Indonesia y China. El problema es que una parte importante de las exportaciones rusas y ucranianas están detenidas por la guerra, disparando los precios de manera dramática.

En México tenemos un dicho muy antiguo: “A falta de pan, tortillas”. La frase refleja un efecto que está presentándose en los mercados de materias primas: a falta de trigo, los consumidores están demandando productos basados en otros granos, especialmente el maíz, cuyo precio ha remontado más de 10 por ciento en las menos de dos semanas desde que inició el conflicto eslavo.

Ucrania es el cuarto mayor exportador de maíz del mundo, detrás de Estados Unidos, Argentina y Brasil, así que la guerra de Ucrania no afecta la logística de este producto con la misma intensidad con la que socava al mercado de trigo. Pero los vasos comunicantes no pueden soslayarse y el precio del maíz y otros granos sustitutos del trigo se disparan también por la invasión. El precio de las semillas de girasol, por ejemplo, se han disparado más del 30 por ciento en los últimos quince días.

A lo anterior hay que agregar la tendencia del gobierno chino a almacenar granos durante periodos de fuertes alzas de los mismos, con el fin de contar con reservas para evitar la inflación de alimentos en su mercado doméstico. El peso de la demanda china es tal que tiene la capacidad de presionar aún más los mercados de alimentos mundiales.

La guerra en Ucrania estalló en el peor momento posible para la dinámica de inflación. Junto con los alimentos, el mercado de energía, gas y petróleo, se ha disparado también, lo que incrementa la presión sobre el resto de los sectores en un contexto ya de por sí muy complicado.

Rusia y Ucrania son grandes exportadoras de granos, de energía, de metales y minerales, justo el tipo de insumos que están alimentando el alza de precios global.

Por lo anterior, el efecto se sentirá en el corto plazo, no nada más en la tortilla de harina, sino también en la tortilla de maíz y en la gasolina que nos ayuda a ir al supermercado, y algunos productos del supermercado, pues sustituir la oferta de trigo y de otras materias primas exportadas por Rusia y Ucrania, el petróleo incluido, difícilmente puede sustituirse en el corto plazo.

 

 

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