José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

6 Jul, 2018

La confianza, la inflación y el peso

Ante la volatilidad de la paridad y de los precios en los últimos dos años, llama la atención lo declarado por el presunto secretario de Hacienda del próximo gobierno, Carlos Urzúa, que esperaba “que la inflación llegue a un nivel de entre 4% y 5% (en 2019),” afirmación que viola la autonomía del Banco de México para determinar esa variable, que ahora es, por ley, del 3% (+/- 1%).

Ante ello surge la duda de si la paridad, que en los últimos dos años fluctuó entre 17.50 y 22 pesos por dólar, tendrá una depreciación mayor y permanente con efectos muy negativos, que puede llevar a que los mercados pierdan la confianza que hoy tienen en la conducción de una política monetaria del banco central tendiente a la estabilidad cambiaria y de precios.

Si la confianza de los mercados en la moneda es un ingrediente esencial de la política monetaria para alcanzar la estabilidad, resulta lamentable que quien se ha anunciado que dirigirá las finanzas del país a partir de diciembre, empiece minándola al decir que se revertirá la actual tendencia a reducir la inflación.

El problema es que la confianza de los ciudadanos y los agentes económicos externos se gana a pulso, a lo largo de un ejercicio sistemático y prolongado de seguir políticas que alcancen los resultados previstos por la autoridad, pero se puede perder muy rápidamente por errores o políticas equivocadas.

La inflación es siempre un fenómeno monetario, lo que significa que lo dicho por el siguiente secretario de Hacienda implica su intención de inducir al Banco de México a revertir su política monetaria para hacerla más expansiva, violentando así su autonomía, que el Presidente electo promete respetar.

La cantidad de dinero en circulación representa una determinante esencial de la actividad económica, que parte de la observación empírica que la demanda por dinero es casi siempre estable, lo que es respaldado por la observación empírica, por lo que subir la oferta de dinero se reflejará en mayor actividad económica, en el aumento de los precios o en una combinación de ambos.

Un cuidadoso análisis estadístico permite concluir que aumentar la cantidad de dinero puede tener un efecto positivo sobre el crecimiento económico de inicio, pero que tarde o temprano se reflejará únicamente en el aumento en precios, es decir, en mayor inflación, y también en menor crecimiento.

Hasta aquí hemos hecho la hipótesis que la demanda por dinero permanece estable, pero cuando se pierde la confianza en la moneda, la demanda por dinero deja de ser estable y se derrumba como consecuencia directa de los temores que afligen a los mercados.

La evidencia de esto la tenemos a la vista en todas las crisis económicas, como la que actualmente sufre Venezuela, donde se vino perdiendo la confianza cuando quedó claro que el manejo monetario era insensato. Hoy se estima que la inflación en los últimos doce meses se ubica en un increíble 43,000 por ciento.

Conforme se fue agravando la desconfianza por la total ineptitud del gobierno, la demanda por bolívares venezolanos se evaporó, en la medida que todo el mundo canjeó sus billetes por activos que no pierden su valor, como dólares, euros, acciones de empresas o cosas que ajustan sus precios con la inflación.

Así, al perderse la confianza en la moneda y aun cuando no haya más aumentos en la oferta monetaria, la inflación se desboca completamente, como el caballo que aparece en el escudo nacional, al que Hugo Chávez ordenó que no marchara a la derecha, cómo estuvo siempre, sino a la izquierda.

La tarea más complicada para la autoridad monetaria es ganar la confianza de los agentes económicos en su moneda y lo más fácil es perderla. Es por ello que al hablar de variables clave como inflación y tipo de cambio, las autoridades presentes o futuras deben hacerlo con mucha prudencia.

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