José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

27 Mar, 2020

La crisis financiera en Estados Unidos

Mi amigo David Goldman acaba de publicar el ensayo Debt Will Define Our Next Crisis, en el cual hace un sucinto recuento de las políticas fiscal y monetaria que adopta el gobierno de EU para detener el desplome de su economía, que podría llevar la tasa de desempleo de 3.6 a 30% para mediados de año.

El sistema financiero de EU muestra claras flaquezas, evidentes por las secuelas de la pandemia que azota al mundo y que en EU sigue creciendo con devastador efecto sobre las empresas y sus empleados.

EU tiene dos graves déficit: el presupuestal y el externo. La deuda del gobierno es de 23 billones de dólares (trillion en EU), 13 billones más que antes de la crisis de 2008, lo que excluye los pasivos sin respaldo del seguro social y la salud pública que andan por 100 billones.

Este déficit va a dispararse con el gasto que recién se aprobó de dos billones para familias y empresas con problemas, más un billón en menor recaudación, que al sumarse al billón que ya traía el presupuesto del año, llevan a un déficit de cuatro billones, un exorbitante 20% del PIB.

En adición, el Fed infla su balance comprando títulos de deuda pública y privada, algunos de ellos de dudoso valor, por otro billón, para avalar que haya suficiente liquidez en EU y en el resto del mundo, crucial, pues buena parte de esos títulos están en el extranjero.

Ello se debe a que el déficit externo es financiado con ahorros provenientes de fuera, dado que el ahorro en EU es muy inferior a su nivel de inversión, lo que lo obliga a vender instrumentos de deuda pública en el extranjero, que son muy apreciados por seguros y por pagar más que títulos análogos en Europa y Japón.

Los signos de fragilidad del sistema financiero surgieron la semana pasada, cuando el Fed se vio obligado, por primera vez, a intervenir en el mercado comprando valores del Tesoro de EU, porque la falta de liquidez obligó a sus tenedores a venderlos, con lo que, a diferencia de 2008, sus precios se fueron en picada, al igual que las bolsas de valores.

 

Aun después de la intervención del Fed, los precios de los títulos del Tesoro siguieron cayendo, a pesar del recorte de su tasa de referencia a cero. Esto es lo inverso a lo que suele pasar: cuando los precios de las acciones en bolsa bajan, los de los bonos suben, más o menos en igual proporción.

El mercado accionario se hundió al percibir que los flujos de crédito a personas y empresas corrían el riesgo de congelarse, pues los bancos centrales pueden llenar de liquidez a los bancos comerciales, pero no pueden forzarlos a que presten, más cuando las circunstancias recomiendan prudencia.

Con esta masa de títulos de deuda pública en el extranjero, el Fed se vio forzado a ofrecer liquidez sin límite a los demás bancos centrales, para que los presten a sus bancos y, así, detener la hemorragia de ventas de pánico de los papeles de la deuda de EU.

Goldman concluye que los mercados anuncian, con lo ocurrido, que no están dispuestos a seguir financiado sin límite alguno los déficit gemelos de EU.

¿Y en México? Nada pasa, ¡todos felices!




El autor es consultor en economía y finanzas
en Washington, D.C. y catedrático en universidades
de México y Estados Unidos.

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