José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

10 Abr, 2020

¿Respuesta neoliberal?

La comentocracia ha culpado al Presidente de México de neoliberal por su difusa estrategia para atacar la depresión económica que amenaza al país, cuando lo único que ha hecho es reiterar sus dádivas a los “pobres” y tirar dinero en sus elefantes blancos.

Varios columnistas propalan el absurdo que actúa, siguiendo la propuesta de la Universidad de Chicago de política monetaria expansiva, para prevenir que la falta de liquidez en los mercados financieros cause pánico ante el temor de que quiebre la banca, lo que exacerbaría la falta de liquidez en un círculo vicioso que lleva al colapso económico. Esa es la misión del Banco de México.

Ejerciendo su autonomía, pero coordinado con Hacienda, Banxico ha actuado con oportunidad y sensatez para impedir el colapso de la liquidez y ordenar el mercado cambiario, ante al derrumbe del peso causado por la inepta estrategia del gobierno, pero ninguna política monetaria puede revertir la desconfianza.

La comparación que hizo el líder de sí mismo con el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt (1933-44), es risible, pues lo que decidió el mandatario de ese país para enfrentar la depresión iniciada en 1929 fue justo lo opuesto: Franklin D. Roosevelt emprendió un gasto público masivo y regulaciones colosales que no lograron superar la depresión sino hasta el rearme bélico que se inicia en 1940.

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La crisis económica que seguirá a la pandemia tiene tres componentes: un shock en la oferta de bienes y servicios, producto de la ruptura de cadenas productivas globales, del cierre de partes importantes del aparato productivo de casi todo el mundo, las muchas quiebras que ya hay y el desplome del comercio global.

El segundo es un shock de demanda por el creciente desempleo que, según las estimaciones de los expertos, puede superar el 20 por ciento de la fuerza de trabajo en Estados Unidos este año y por la incertidumbre y extinción de riqueza por más de 10 billones (trillones en Estados Unidos) de dólares que hacen que la gente ahorre y, por consecuencia, no gaste.

El tercero es un eventual shock financiero que pone en entredicho la sobrevivencia de la banca y del sistema de pagos, ahondando así el daño a la economía y anulando toda posibilidad de alcanzar su pronta recuperación.

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El presidente Andrés Manuel López Obrador también dijo que su peculiar plan era “heterodoxo,” pero, ciertamente, no en el sentido que los economistas dan al término, que es recurrir a instrumentos adicionales a las políticas fiscal y monetaria que suelen usarse para combatir las crisis, acordando pactos sociales, como el que se adoptó en 1987 para parar una inflación que llegó al 160 por ciento anual.

El líder presume su modelo de ajuste como ejemplo para el mundo, pero sus ocurrencias obsesivas llevarán hacia el colapso de la economía, que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos estima en 30 por ciento del Producto Interno Bruto en 2020, con una planta productiva en quiebra, millones de desempleados, huida de inversión y salida masiva de capitales.

Lo peor es que si se dejara de gastar en las tonterías que quiere el líder, podrían enfrentarse la epidemia y el colapso económico de mucho mejor manera. ¡Lo que hace es lo opuesto a un plan neoliberal!

 

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