José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

José Manuel Suárez-Mier

28 Feb, 2020

Venenosa propaganda en Chile

Siguiendo el relato sobre las causas que llevaron a Chile, con el desempeño social y económico más exitoso de Iberoamérica en las últimas tres décadas, a la crisis que hoy enfrenta, el filósofo Axel Kaiser y el economista Rolf Lüders mostraron en Álamos un persuasivo caso sobre el relato falso, pero pertinaz, de los enemigos del liberalismo, que llenó el espacio que dejaron vacío los certeros reformadores.

Propaganda falaz, pero machacona, logró persuadir a cada vez más chilenos de que el notable éxito de su país en alcanzar mayor desarrollo, bienestar y movilidad, mientras se abatían la pobreza y desigualdad, fue sólo un espejismo y que la verdad era que se habían ahondado las diferencias entre ricos y pobres.

El discurso de la desigualdad creciente culpando al “neoliberalismo” permeó en la sociedad, pues las reiteradas mentiras de sus enemigos no sólo no fueron contradichas por los liberales, sino que muchos personajes de centroderecha se dieron a repetir las mismas sandeces.

Así, replicando el mundo al revés de Orwell en su distopía 1984, en las últimas décadas, un abultado grupo de forjadores de opinión, intelectuales, líderes empresariales, celebridades y políticos variopintos enraizaron el mito de que Chile era un caso extremo de injusticia y abuso intolerable.

Este coro de falsedades se inició en las universidades, en las que, ideólogos de izquierda, sembraron la idea de que no había nada de qué enorgullecerse del récord de logros chilenos y con una narrativa populista en extremo, el “neoliberalismo” había creado una sociedad de ganadores y perdedores explotados.

Esta narrativa le puso la mesa a Michelle Bachelet, que en su segundo periodo presidencial (2014-18) adoptó reformas estatistas, como 30% más impuestos a las empresas, restricciones en el mercado laboral y mayor carga regulatoria, que frenaron la economía chilena, que pasó de crecer 5.3% en el lapso previo a 1.3 por ciento.

El principal yerro del presidente Piñera, que ha actuado con ineptitud notable en su segundo periodo (2018-22), fue aceptar las premisas de la leyenda negra tejida para denigrar el milagro chileno. Ahora intenta restaurar el orden perdido sobornando a diversos grupos de la sociedad.

Además de prometer elevar aún más un gasto en bienestar social, que había venido creciendo más rápido que en cualquier otro país de la región, abrió la caja de Pandora de un plebiscito para crear una nueva constitución, haciéndose eco de la cantaleta de que la vigente es de Pinochet, lo que ignora las profundas reformas del presidente socialista Lagos en 2005.

La lección que deja el triste caso chileno es ejemplar para países como México, hoy bombardeado desde el poder con la misma historia, repetida a diario por el iluminado líder y sus corifeos: que todos los males de la nación se deben al neoliberalismo, mientras las pocas voces y plumas disidentes pierden tribunas y son objeto de censura, reprimendas y hasta persecución gubernamental.

¡La libertad peligra, hay que defenderla con tesón y talento!

 

*El autor es consultor en economía y finanzas internacionales en Washington DC y ha sido catedrático en universidades de México y EU

 

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