Luis Enrique Mercado

Perspectivas

Luis Enrique Mercado

20 Ene, 2020

El peso está colgado de alfileres

 

Todos los lo pronósticos, incluyendo los del autor de este espacio, de que el peso sufriría una severa depreciación contra el dólar, no se han cumplido. No sólo eso, la moneda mexicana se ha revaluado, más o menos, uno por ciento en los últimos doce meses.

¿Por qué el peso está tan fuerte a pesar de que la estrategia económica de este gobierno ahuyentó a los inversionistas, desplomó la creación de empleos formales, desapareció el crecimiento y redujo el consumo interno?

La verdad es que sí hay explicaciones a la fortaleza del peso mexicano,

La razón más importante es que López Obrador ha sido muy prudente en el manejo de las finanzas públicas y ha logrado un ligero superávit, es decir, gastó menos de lo que ingresó a las arcas públicas.

La segunda razón es que las tasas de interés en México son una de las más atractivas del mundo. En todo el continente nadie tiene tasas más altas que México, sin contar los casos de  economías enfermas como las de Argentina o la de Venezuela. En Estados Unidos y Canadá las tasas andan en 1.5 por ciento, contra el 7.25 por ciento de México.

Y desde luego, el gran flujo de dólares golondrinos que llegan atraídos por la alta tasa, los ingresos por turismo, por exportaciones y por remesas provocan que la economía tenga un buen flujo de dólares que apoyan la fortaleza del peso.

 

Sin embargo, hay peligros y dos son especialmente graves.

Que se acabe la fortaleza de las finanzas públicas. La primera señal, que ya se dio aunque no se han publicado las cifras oficiales, es que no se cumplan los ingresos tributarios previstos en el presupuesto.

Ya en 2019, la última cifra conocida señalaba que los ingresos tributarios iban 85 mil millones de pesos abajo de lo presupuestado y, los que saben, dicen que la cifra de todo el año podría ser de lo doble.

Para este año, con la previsión de un crecimiento de 1.7%, que no se dará, los ingresos tributarios serán menores a lo presupuestado.

Aunque el gobierno compensó la baja de ingresos con subejercicios enormes, la verdad es que si los ingresos siguen sin cumplirse, los inversionistas se asustarán, porque para ellos la seguridad es primero.

El otro peligro es que alguna de las calificadoras, además de Fitch, que ya lo hizo, le quiten el grado de inversión a los bonos de Pemex. Si eso sucede, el papel de deuda de la paraestatal será chatarra.

Si esos peligros se concretan, los capitales golondrinos levantarán el vuelo y aunque la tasa de interés siga alta, la corrida contra el peso será dramática y  la devaluación, muy grande.

Eso significaría el fin del milagro sostenido con el “tengo otros datos” porque, a fin de cuentas, la realidad siempre triunfa. Devaluación, resurrección de la inflación y  menor actividad de la economía serán las primeras consecuencias. Pérdida de empleos y mayor pobreza, las últimas.

Nadie desea que eso pase, pero la verdad es que la paridad del peso con el dólar está colgada de alfileres.

 

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