Maricarmen Cortés

Desde el piso de remates

Maricarmen Cortés

30 Oct, 2019

Pemex y los malos resultados

Con la aprobación del nuevo marco jurídico del sector energético, en 2013 se crearon nuevas oportunidades para un sector que decayó en forma sostenida por años, no obstante los precios altos del petróleo en ese momento.

Principal a esta reforma fue la atracción de inversiones privadas al sector y la competencia efectiva. Los mercados internacionales reaccionaron con optimismo, el gobierno anterior quedó como el gran reformador y se demostró que los partidos políticos sí se podían poner de

acuerdo. Sin embargo, ante una nueva administración, el entorno económico internacional, la caída del precio del petróleo, los recortes en el presupuesto del gobierno de AMLO y los efectos de la reforma energética se vieron canceladas.

Desde la expropiación petrolera hasta principios de los 2000, Pemex exploraba y explotaba yacimientos de bajo riesgo. Sin embargo, con la madurez del yacimiento de Cantarell a mediados de 2000, la extracción de petróleo se volvió cada vez más arriesgado y en capital intensiva. La producción de petróleo se desplomó rápidamente, no obstante los esfuerzos del gobierno en turno. Por más inversión pública que se ha hecho en los últimos 15 años en la exploración, los niveles de producción han venido en picada; de un histórico de 3.4 millones de barriles por día en 2004 a 1.6 millones de barriles hoy. Pemex sigue siendo el gran empleador de nuestro país (120 mil empleados) y un nido de vicios arrastrados que le hacen perder competitividad.

El resultado es previsible en esta nueva administración, no obstante las buenas intenciones de la Secretaría de Energía y el director de Pemex, ambos inexpertos. De enero a septiembre de 2019, Pemex perdió 176 mil 367 mdp, mientras que en el mismo periodo del año anterior fueron 23 mil 089 mdp, es decir, 7 veces menos, según el último informe de la petrolera. Respecto a la producción de crudo, Pemex registró un millón 694 mil barriles, una reducción del 6.7%.

Entre las causas de este déficit están los pasivos generados por beneficios a empleados, que al cierre del noveno mes del año ya ascendió 1.36 billones de pesos, 25.8% más respecto a los 1.08 billones de pesos que tenía al 31 de diciembre de 2018. No obstante, la Dirección de Pemex se enfocó en su reporte en aspectos como el tipo de cambio. Ante esta coyuntura, Pemex sigue teniendo internos y externos que se deberán seguir abordando.

Por ejemplo, alrededor del 20% del presupuesto federal proviene de los ingresos de Pemex y el sector energético, lo que dificulta la reinversión en nuevos proyectos de exploración y extracción.  La simbiosis entre Pemex y el Estado mexicano requiere de la empresa para garantizar las finanzas públicas del país. Al ritmo actual, y sin inversión privada y extranjera, México podría convertirse en un importador neto de energía para el año 2020 por primera vez en casi un siglo.

A su vez, múltiples actores con intereses le siguen pesando a la empresa. Por ejemplo, el acuerdo del sindicato con Pemex le permite participar en negociaciones de contratos y prácticas de contratación.

Por ello, los retos de Pemex no son menores. Por más discursos políticos, las pérdidas hablan por sí solas.

 

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