Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

16 Sep, 2020

Anuncio y narrativa

El 26 de noviembre del año pasado, un día después de que se reportó el previsible, aunque decepcionante comportamiento económico del tercer trimestre —con una caída de 0.2 por ciento a tasa anual—, los empresarios fueron convocados al Palacio Nacional para ayudar a cambiar la narrativa del fracaso económico que significaba un dato negativo del PIB, muy lejano a la apuesta que se tenía del dos por ciento.

En ese momento, el anuncio parecía acertado. Si se pretendía revertir el mal desempeño económico, la mejor forma de hacerlo era, y es, de la mano del sector privado, el gran determinante de la inversión, y el cual permite generar más riqueza y más crecimiento económico.

Aquel día de noviembre se dijo que era un primer capítulo y que cada tres meses se irían actualizando las inversiones. Además, quedaron pendientes los proyectos de energía y salud que se anunciarían en diciembre, lo que finalmente no ocurrió y terminó por posponerse para enero y luego a febrero, hasta que se dio un distanciamiento entre el Presidente y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Dicha lejanía se amplió hasta el 22 de julio de este año, cuando volvió a aparecer el líder del CCE, Carlos Salazar, en la mañanera y a propósito de la reforma al sistema de pensiones, mediante la cual las empresas se comprometieron a aumentar, de manera progresiva, las aportaciones de los trabajadores.

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 ¿ATOLE CON EL DEDO?

Desde una óptica de comunicación, los anuncios de inversión son positivos para la Presidencia porque permiten darles un vuelco a las narrativas para contrarrestar o distraer de algunas otras crisis más coyunturales. Y digo sólo desde comunicación, porque no parecen permear en el fondo del objetivo.

Bajo esa óptica también funciona solicitar que España pida perdón a México por la conquista o anunciar la rifa del avión presidencial —y retomarlo cada cierto tiempo— o traer al frente el caso Lozoya.

Hay quien piensa que le dan atole con el dedo al CCE, yo creo que no. El sector privado, en conjunto, se beneficia de tener un diálogo constructivo con el Ejecutivo federal. Si lo vemos de manera binaria, de tener cero a tener aunque sea una intención, numéricamente será mejor tener la intención, aunque no se cumpla. Tampoco da resultado tener una relación adversarial porque en esa dinámica, aunque ganara alguna batalla táctica, el sector privado perdería estratégicamente y fácilmente se convertiría en el chivo expiatorio, como cuando se intentó, en la mañanera del 8 de abril, atribuir a los empresarios la pérdida de empleos formales.

El asunto no es sencillo para el CCE. Por ejemplo: ¿Qué hacer si les prometen a los empresarios que antes del 15 de septiembre se hará el anuncio de los planes de infraestructura energética y finalmente la fecha pasa de largo? No hay una fórmula ni una respuesta sencilla, lo cierto es que el costo de oportunidad de que el gobierno federal no mande esa señal a la inversión es mucho más grande cuando el mundo atraviesa una enorme recesión. Es probable que el anuncio se haga cuando lo dicte la agenda mediática y será mejor que nada, aunque los aplausos y palmadas no sustituyen las acciones de fondo.

En ese sentido, una buena acción de fondo es la que anunció el Banco de México al extender la vigencia de las medidas para promover la liquidez del sistema financiero y ayudar al crédito que otorga la banca a micro, pequeñas y medianas empresas.

 

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