Bill Gates tenía razón con las vacunas

Entre las cosas que se han dicho de Bill Gates en el contexto de covid-19, hay muchas falsedades, pero hay una que es parcialmente verdadera, se refiere a que cuando el Instituto Jenner de la Universidad de Oxford, junto con Vaccitech, una pequeña empresa de biotecnología también financiada por Oxford, desarrollaron la vacuna en contra de covid-19, inicialmente consideraron liberar la patente para que cualquiera la fabricara sin la menor restricción, con el objetivo de que un mayor número de personas tuviera acceso a la misma. No obstante, el fundador de Microsoft le recomendó a la universidad que hiciera una alianza con una gran farmacéutica.

El consejo de Bill Gates a Oxford no tuvo nada que ver con beneficiar a una empresa en particular, pero la experiencia de varios años de su fundación en el desarrollo de vacunas hizo evidente que lo mejor sería que la vacuna tuviera el respaldo de un jugador grande que pudiera hacer frente a los desafíos de llevar a cabo las fases de pruebas clínicas subsecuentes y que tuviera sofisticación en la manufactura.

En un inicio, Oxford consideró a Merck, de Estados Unidos, por ser uno de los grandes jugadores en el desarrollo de vacunas a escala global, sin embargo, había preocupaciones en cuanto a las restricciones en la distribución que podría imponer Trump, al tratarse de una empresa de la Unión Americana. Pfizer comprobó que la preocupación tenía sustento, dado que únicamente se produce la vacuna contra covid-19 en dos plantas, una ubicada en el estado de Michigan y otra en Bélgica. Las vacunas que se producen en Estados Unidos son exclusivamente para ese país y el resto del mundo recibe sus vacunas de Bélgica. Los funcionarios de salud del gobierno de Boris Johnson presionaron para que el acuerdo se diera con una empresa británica.

El 30 de abril de 2020, la Universidad de Oxford celebró un acuerdo con la empresa anglo-sueca AstraZeneca para desarrollar y producir la vacuna sin buscar utilidades, por lo menos, hasta el verano de 2021. Además, la empresa aportó al esfuerzo de Oxford 10 millones de dólares y 80 millones de dólares en pagos subsecuentes. Después de varios tropiezos en las pruebas clínicas, la farmacéutica pudo publicar los resultados de la fase tres de estudios clínicos el 8 de diciembre del año pasado y, finalmente, fue autorizada para su uso en Reino Unido a finales de aquel mes.

La suspensión temporal de la aplicación de la vacuna de AstraZeneca-Oxford por parte de algunos gobiernos europeos muestra que Bill Gates tenía razón, dado que la extrema aversión al riesgo de los gobiernos de esa zona del mundo habría generado una gran confusión en caso de que se hubieran presentado problemas significativos en la calidad de las vacunas.

Otra muestra de que tenían razón, Gates y su fundación, es el ejemplo de la vacuna de Johnson & Johnson, cuya aplicación fue suspendida en Estados Unidos ante 6 casos de trombosis en mujeres sobre un universo de 7 millones de aplicaciones, lo que implica que el riesgo de desarrollar algún efecto adverso es de una en un millón. La medida de suspensión ha generado que muchas personas de todo el mundo tengan miedo a cualquier vacuna, lo que, además, le dio una bocanada de aire fresco a las teorías del complot y a los movimientos antivacuna. Hay que imaginar lo que pasaría si con la receta de Oxford personajes como Nicolás Maduro se pusieran a fabricar y exportar vacunas en el afán de hacerse de divisas; la desconfianza y la confusión serían enormes.

Hay varias voces que responsabilizan a Gates por el acaparamiento de vacunas y la resistencia de Estados Unidos a liberar las patentes, pero la distorsión obedece a los mismos gobiernos de países avanzados que toman medidas de absurda cautela al suspender la aplicación de AstraZeneca o Johnson & Johnson. En ese contexto, fue muy positivo que el Presidente de México, por primera vez, pusiera el ejemplo en la pandemia al vacunarse con AstraZeneca.