Rodrigo Pacheco

Suma de Negocios

Rodrigo Pacheco

26 Sep, 2020

California impone agenda energética

Gavin Newsom, gobernador de California, hizo un anuncio que inevitablemente va a cambiar la política energética de México. El mandatario estatal dio a conocer que en 15 años ya no se podrán vender vehículos con motores de combustión interna, lo que implica un cambio que va a arrastrar medidas similares en otras entidades de la Unión Americana y, por lo tanto, en México.

En este contexto es importante dimensionar que si California fuera un país representaría la quinta mayor economía del planeta y sería el décimo mercado automotriz a escala global, por ello, siempre ha sido uno de los referentes principales a la hora de plantear las pautas de dicha industria. La intención detrás de la medida es contribuir a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que ello va acompañado de la transformación de la matriz energética, yendo así hacia una producción eléctrica renovable, hidroeléctrica, solar y eólica.

Hay dos elementos de contexto que explican el anuncio de Gavin Newsom. El primero es que el sentido de urgencia de reducir las emisiones y frenar el cambio climático se ha acelerado por los terribles incendios forestales que ha padecido la entidad y los cuales han generado apocalípticas postales de cielos rojos en San Francisco y otras ciudades, así como un deterioro severo en la calidad del aire. En segundo lugar, una agudizada lucha política contra la administración de Donald Trump, que disputa la legalidad de la capacidad de California de establecer sus propios parámetros regulatorios de emisiones de gases de efecto invernadero en los automóviles.

El gobernador de California no está solo, se espera que Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, adelante —de 2040 a 2030— la prohibición de vender vehículos de gasolina o diésel en el Reino Unido. Por su parte, Noruega es de los más adelantados y tiene una medida similar para 2025, mientras que Francia la tiene hasta 2040. El segundo mercado automotriz más importante del planeta (China) también ha impulsado la fabricación y venta de eléctricos.

Para México el cambio de paradigma tiene tres implicaciones profundas. La primera es que la matriz energética va a cambiar en los próximos 15 años, o incluso antes, y eso va a demandar que nuestro país impulse, sí o sí, energías renovables. El tiempo que tarde el país en comprenderlo implicará un costo de oportunidad que puede resultar irremontable. La buena noticia es que cuando México supere la niebla ideológica podrá aprovechar el enorme potencial, tanto en energía eólica como solar, aunque, como me dijo el directivo de una compañía en electricidad, las realidades de consumo en cinco años se atienden, o no, con las decisiones que se tomen hoy. La segunda implicación, que es muy cercana a la primera, es la necesidad que habrá de replantear la infraestructura eléctrica para poder alimentar a los nuevos vehículos eléctricos. Por ejemplo, en California se estima que el tener este tipo de vehículos incrementará la demanda eléctrica hasta en un 25 por ciento y ello significa no únicamente producir más electricidad, sino también fortalecer la red para que pueda soportar el aumento de dicha demanda. La tercera consideración es la transformación de la manufactura automotriz mexicana, lo cual significa un cambio en la proveeduría y en las habilidades. Paco Garza, el presidente y director general de GM en México, me decía que ya están trabajando en la adaptación y Enrique Araiza, director de manufactura de Ford, también me dijo en entrevista que en Cuautitlán van a producir el Mustang Mach Eléctrico.

De acuerdo con un análisis de Morgan Stanley, citado por el WSJ, los jugadores más importantes del sector eléctrico por volumen serán Volkswagen, Toyota, Tesla y General Motors, así como Nissan. Todas, salvo la empresa de Elon Musk, tienen extensas operaciones en México. El futuro de los coches será eléctrico o no será.

 

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